martes, 7 de octubre de 2008

Los ojos del gato

Drew y su salvador Una de las más logradas adaptaciones de Stephen King al cine es "Los ojos del gato" (Lewis Teague, 1985). Tres historias de terror que giran en torno a un gato que es testigo de las dos primeras y protagonista de la tercera, titulada "The General". En ella, Amanda, una bonita y dulce niña interpretada por Drew Barrymore es amenazada por un maléfico gnomo que vive detrás de una pared. Sólo el gato protagonista podrá socorrerla.

Por el contrario, en esta historia corta titulada "El gato del infierno", un viejo millonario contrata a un asesino profesional para que liquide a su mascota, un aparentemente inofensivo minino...

Cat's eyes"Halston pensó que el viejo en la silla de ruedas se veía enfermo, aterrorizado y listo para morir. Tenía experiencia en ver tales cosas. La muerte era el negocio de Halston; se la había brindado a dieciocho hombres y seis mujeres en su carrera como asesino independiente. Conocía el aspecto de la muerte. La casa —la mansión, en realidad— era fría y silenciosa. Los únicos sonidos eran el bajo crujido del fuego en el gran hogar de piedra y el bajo gemir del viento de noviembre afuera.

“Quiero que cometa un asesinato”, dijo el viejo. Su voz era trémula y alta, malhumorada. “Entiendo que eso es lo que hace”.

“¿Con quién habló?”, preguntó Halston.

“Con un hombre llamado Saul Loggia. Dice que lo conoce”.

Halston asintió. Si Loggia era el intermediario, estaba todo bien. Y si había un micrófono en la habitación, cualquier cosa que el viejo —Drogan— dijera quedaría registrado.

“¿A quién quiere matar?”.

Drogan presionó el botón de la consola construida en el brazo de su silla de ruedas y ésta avanzó zumbando. De cerca, Halston pudo oler los amarillos aromas del miedo, la rabia y la orina, todos mezclados. Le repugnaron, pero no hizo ninguna señal. Su rostro estaba inmóvil y sereno.¡Qué retorcido eres, Stephen!

“Su víctima está justo detrás suyo”, dijo Drogan suavemente.

Halston se movió rápidamente. Sus reflejos eran su vida y siempre estaban en un alfiler puntiagudo. Saltó del sofá, cayó en una rodilla, se dio la vuelta, la mano dentro de su abrigo deportivo hecho a medida, empuñando el híbrido calibre 45 de cañón corto que pendía bajo su axila en una pistolera con resorte que ponía el arma en su palma con sólo un toque. Un momento después estaba afuera y apuntando a... un gato..."

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