martes, 27 de marzo de 2012

La dificultad de ser



TABAQUERÍA

No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo.

Ventanas de mi cuarto,
Cuarto de uno de los millones en el mundo que nadie sabe quién son
(Y si lo supiesen, ¿qué sabrían?)
Ventanas que dan al misterio de una calle cruzada constantemente por la gente,
Calle inaccesible a todos los pensamientos,
Real, imposiblemente real, cierta, desconocidamente cierta,
Con el misterio de las cosas bajo las piedras y los seres,
Con el de la muerte que traza manchas húmedas en las paredes,
Con el del destino que conduce al carro de todo por la calle de nada.

Hoy estoy convencido como si supiese la verdad,
Lúcido como su estuviese por morir
Y no tuviese más hermandad con las cosas que la de una despedida,
Y la hilera de trenes de un convoy desfila frente a mí
Y hay un largo silbido
Dentro de mi cráneo
Y hay una sacudida en mis nervios y crujen mis huesos en la arrancada.

Hoy estoy perplejo, como quien pensó y encontró y olvidó,
Hoy estoy dividido entre la lealtad que debo
A la Tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera,
Y la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro.

Fallé en todo.
Como no tuve propósito alguno tal vez todo fue nada.
Lo que me enseñaron
Lo eché por la ventana del traspatio.
Ayer fui al campo con grandes propósitos.
Encontré sólo hierbas y árboles
Y la gente que había era igual a la otra.
Dejo la ventana y me siento en una silla. ¿En qué he de pensar?

¿Qué puedo saber de lo que seré, yo que no sé lo que soy?
¿Ser lo que pienso? ¡Pienso ser tantas cosas!
¡Y hay tantos que piensan ser esas mismas cosas que no podemos ser tantos!

¿Genio? En este momento
Cien mil cerebros se creen en sueños genios como yo
Y la historia no recordará, ¿quién sabe?, ni uno,
Y sólo habrá un muladar para tantas futuras conquistas.
No, no creo en mí.
¡En tantos manicomios hay tantos locos con tantas certezas!
Yo, que no tengo ninguna ¿puedo estar en lo cierto?
No, en mí no creo.
¿En cuántas buhardillas y no-buhardillas del mundo
Genios-para-sí-mismos a esta hora están soñando?
¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas
-Sí, de veras altas y nobles y lúcidas-
Quizá realizables,
No verán nunca la luz del sol real ni llegarán a oídos de la gente?

El mundo es para los que nacieron para conquistarlo
No para los que sueñan que pueden conquistarlo, aunque tengan razón.
He soñado más que todas las hazañas de Napoleón.
He abrazado en mi pecho hipotético más humanidades que Cristo,
He pensado en secreto más filosofías que las escritas por ningún Kant.
Soy y seré siempre el de la buhardilla,
Aunque no viva en ella.
Seré simpre el que no nació para eso.
Seré siempre sólo el que tenía algunas cualidades,
Seré siempre el que aguardó que le abrieran la puerta frente a un muro que no tenía puerta,
El que cantó el cántico del Infinito en un gallinero,
El que oyó la voz de Dios en un pozo cegado.
¿Creer en mí? Ni en mí ni en nada.
Derrame la naturaleza su sol y su lluvia
Sobre mi ardiente cabeza y que su viento me despeine
Y después que venga lo que viniere o tiene que venir o no ha de venir.
Esclavos cardíacos de las estrellas,
Conquistamos al mundo antes de levantarnos de la cama;
Nos despertamos y se vuelve opaco;
Salimos a la calle y se vuelve ajeno,
Es la tierra y el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido.

(Come chocolates, muchacha,
¡Come chocolates!
Mira que no hay metafísica en el mundo como los chocolates,
Mira que todas las religiones enseñan menos que la confitería.
¡Come, sucia muchacha, come!
¡Si yo pudiese comer chocolates con la misma verdad con que tú los comes!
Pero yo pienso y al arrancar el papel de plata, que es de estaño,
Echo por tierra todo, mi vida misma.)

Queda al menos la amargura de lo que nunca seré,
La caligrafía rápida de estos versos,
Pórtico que mira hacia lo imposible.
Al menos me otorgo a mí mismo un desprecio sin lágrimas,
Noble al menos por el gesto amplio con que arrojo,
Sin prenda, la ropa sucia que soy al tumulto del mundo
Y me quedo en casa sin camisa.

(Tú que consuelas y no existes, y por eso consuelas,
Diosa griega, estatua engendrada viva,
Patricia romana, imposible y nefasta,
Princesa de los trovadores, escotada marquesa del dieciocho,
Cocotte célebre del tiempo de nuestros abuelos,
O no sé cual moderna -no acierto bien la cual-
Sea lo que seas y la que seas, ¡si puedes inspirar, inspírame!
Mi corazón es un balde vacío.
Como invocan espíritus los que invocan espíritus me invoco,
Me invoco a mí mismo y nada aparece.
Me acerco a la ventana y veo la calle con una nitidez absoluta.
Veo las tiendas, la acera, veo los coches que pasan,
Veo los entes vivos vestidos que pasan,
Veo los perros que también existen,
Y todo esto me parece una condena a la degradación
Y todo esto, como todo, me es ajeno.)

Viví, estudié, amé y hasta tuve fe.
Hoy no hay mendigo al que no envidie sólo por ser él y no yo.

En cada uno veo el andrajo, la llaga y la mentira.
Y pienso: tal vez nunca viviste, ni estudiaste, ni amaste, ni creíste
(Porque es posible dar realidad a todo esto sin hacer nada de todo esto.)
Tal vez has existido apenas como la lagartija a la que cortan el rabo
Y el rabo salta, separado del cuerpo.

Hice conmigo lo que no sabía hacer.
Y no hice lo que podía.
El disfraz que me puse no era el mío.
Creyeron que yo era el que no era, no los desmentí y me perdí.
Cuando quise arrancarme la máscara,
La tenía pegada a la cara.
Cuando la arranqué y me vi en el espejo,
Estaba desfigurado.
Estaba borracho, no podía entrar en mi disfraz.
Lo acosté y me quedé afuera,
Dormí en el guardarropa
Como un perro tolerado por la gerencia
Por ser inofensivo.
Voy a escribir este cuento para probar que soy sublime.

Esencia musical de mis versos inútiles,
Quién pudiera encontrarte como cosa que yo hice
Y no encontrarme siempre enfrente de la Tabaquería de enfrente:
Pisan los pies la conciencia de estar existiendo
Como un tapete en el que tropieza un borracho
O la esterilla que se roban los gitanos y que no vale nada.

El Dueño de la Tabaquería aparece en la puerta y se instala contra la puerta.
Con la incomodidad del que tiene el cuello torcido,
Con la incomodidad de un alma torcida, lo veo.
El morirá y yo moriré.
El dejará su rótulo y yo dejaré mis versos.
En un momento dado morirá el rótulo y morirán mis versos.
Después, en otro momento, morirán la calle donde estaba pintado el rótulo
Y el idioma en que fueron escritos los versos.
Después morirá el planeta gigante donde pasó todo esto.
En otros planetas de otros sistemas algo parecido a la gente
Continuará haciendo cosas parecidas a versos,
Parecidas a vivir bajo un rótulo de tienda,
Siempre una cosa frente a otra cosa,
Siempre una cosa tan inútil como la otra,
Siempre lo imposible tan estúpido como lo real,
Siempre el misterio del fondo tan cierto como el misterio de la superficie,
Siempre ésta o aquella cosa o ni una cosa ni la otra.

Un hombre entra a la Tabaquería (¿para comprar tabaco?),
Y la realidad plausible cae de repente sobre mí.
Me enderezo a medias, enérgico, convencido, humano,
Y se me ocurren estos versos en que diré lo contrario.

Enciendo un cigarro al pensar en escribirlos
Y saboreo en el cigarro la libertad de todos los pensamientos.
Fumo y sigo al humo con mi estela,
Y gozo, en un momento sensible y alerta,
La liberación de todas las especulaciones
Y la conciencia de que la metafísica es el resultado de una indisposición.
Y después de esto me reclino en mi silla
Y continúo fumando.
Seguiré fumando hasta que el destino lo quiera.

(Si me casase con la hija de la lavandera
Quizá sería feliz).
Visto esto, me levanto. Me acerco a la ventana.
El hombre sale de la Tabaquería (¿guarda el cambio enla bolsa del pantalón?),
Ah, lo conozco, es Estevez, que ignora la metafísica.
(El Dueño de la Tabaquería aparece en la puerta).
Movido por un instinto adivinatorio, Estevez se vuelve y me reconoce;
Me saluda con la mano y yo le grito ¡Adiós, Estevez! y el universo
Se reconstruye en mí sin ideal ni esperanza y el Dueño de la Tabaquería sonríe.

Fernando Pessoa

Fotografía: Alberto Cabero

viernes, 23 de marzo de 2012

Estadísticas

George Tooker

CONTRIBUCIÓN A LA ESTADÍSTICA

De cada cien personas,

las que todo lo saben mejor:
cincuenta y dos,

las inseguras de cada paso:
casi todo el resto,

las prontas a ayudar,
siempre que no dure mucho:
hasta cuarenta y nueve,

las buenas siempre,
porque no pueden de otra forma:
cuatro, o quizá cinco,

las dispuestas a admirar sin envidia:
dieciocho,

las que viven continuamente angustiadas
por algo o por alguien:
setenta y siete,

las capaces de ser felices:
con mucho, veintitantas,

las inofensivas de una en una,
pero salvajes en grupo:
más de la mitad seguro,

las crueles
cuando las circunstancias obligan:
eso mejor no saberlo
ni siquiera aproximadamente,

las sabias a posteriori:
no muchas más
que las sabias a priori,

las que de la vida no quieren más que cosas:
cuarenta,
aunque quisiera equivocarme,

las encorvadas, doloridas
y sin linterna en lo oscuro:
ochenta y tres
tarde o temprano,

las dignas de compasión:
noventa y nueve,

las mortales:
cien de cien.
Cifra que por ahora no sufre ningún cambio.

Wislawa Szymborska

Pintura: George Tooker

jueves, 22 de marzo de 2012

Felinos y Caninos

Roni

—Es gente agradable, ¿no? —sugirió Patton, señalando hacia el remolino de la pista de baile.
Sally Carrol dudó. Era lo mismo que Harry había dicho.
—¡Claro que sí! Son… caninos.
—¿Cómo?Elvis
Sally enrojeció.
—Perdona; lo que he dicho suena peor de lo que yo quería. ¿Sabes? Cuando pienso en las personas, las divido en felinos y caninos, con independencia de su sexo.
—¿Tú qué eres?
—Yo soy felina. Y tú también. Así son la mayoría de los hombres del Sur y la mayoría de esas chicas.
—¿Y Harry qué es?
—Harry es inconfundiblemente canino. Todos los hombres que he conocido esta noche parecen caninos.
—¿Qué implica ser canino? ¿Cierta masculinidad deliberada, opuesta a la sutileza?
—Puede que sí. Nunca lo he analizado a fondo. Yo sólo observo a las personas y digo de golpe: canino o felino. Me figuro que es totalmente absurdo.

Fragmento del cuento El palacio de hielo de F. Scott Fitzgerald

Leer aquí el cuento completo: Cuentosinfin

miércoles, 21 de marzo de 2012

Distopías

Una distopía, o antiutopía, es una utopía perversa donde la realidad transcurre en términos opuestos a los de una sociedad ideal. El término fue acuñado como antónimo de «utopía» y se usa principalmente para hacer referencia a una sociedad ficticia, frecuentemente emplazada en el futuro cercano, donde las consecuencias de la manipulación y el adoctrinamiento masivo —generalmente a cargo de un Estado autoritario o totalitario— llevan al control absoluto, condicionamiento o exterminio de sus miembros bajo una fachada de benevolencia.

Veamos algunas de las grandes distopías literarias:

LA METAMORFOSIS, FRANZ KAFKA

La Metamorfosis, Peter Kuper

La novela de Franz Kafka 'La Metamorfosis', publicada en 1915, es uno de los más icónicos ejemplos de novela distópica. En ella, el comerciante Gregor Samsa sufre una inquietante transformación en un insecto. En la imagen, un dibujo de Peter Kuper para la versión ilustrada con viñetas de cómic.

UN MUNDO FELIZ, ALDOUS HUXLEY

Un mundo feliz

En la historia de Huxley, publicada en 1932, una sociedad inmersa en la tecnología vive una felicidad artificial fundamentada en el uso de drogas y la desaparición de la cultura y la filosofía como fuentes del pensamiento crítico. En la imagen, el cartel de la emisión radiofónica de la novela leída por el propio autor.

1984, GEORGE ORWELL

1984

Un fotograma de la película '1984', de Michael Radford, basada en la novela homónima de George Orwell, de 1949. El futuro imperio de Oceanía, gobernado por un jefe supremo, el "Gran Hermano", vive subyugado y sujeto a su dominio. El protagonista, Winston Smith, es el único hombre consciente del influjo que la dictadura ejerce sobre las personas.

FAHRENHEIT 451, RAY BRADBURY

Farenheit 451

François Truffaut se hizo cargo en 1966 de adaptar la novela de 1953 de Bradbury. El título, que hace referencia a la temperatura a la que arde el papel, es explicativo del argumento de la distopía, que transcurre en un mundo en el que los libros deben quemarse por orden gubernamental

EL SEÑOR DE LAS MOSCAS, WILLIAM GOLDING

El señor de las moscas

Publicada en 1954, 'El señor de las moscas' de William Golding plantea una alegoría sobre la naturaleza humana y su componente social: un grupo de niños vara en una isla desierta, y pronto comienzan las rencillas y las actitudes siniestras. En la foto, una imagen de la adaptación cinematográfica de 1963, a cargo de Peter Brook.

LA NARANJA MECÁNICA, ANTHONY BURGESS

La naranja mecánica

Escrita en 1962, la novela de Burgess dio lugar a una de las adaptaciones más famosas de la historia del cine: 'La naranja mecánica' de Stanley Kubrick, realizada en 1971. Una banda de matones aterroriza a los habitantes de la Inglaterra del futuro, hasta llegar al asesinato. Como consecuencia, Alex, el líder e instigador, es sometido a una serie de sórdidos experimentos.

V DE VENDETTA, ALAN MOORE

V de Vendetta

La novela gráfica, creada por Alan Moore entre 1982 y 1989 y cuyo guion fue adaptado al cine por los hermanos Wachowski en 2005, narra la lucha de un individuo anónimo, escondido tras una máscara de Guy Fawkes, por acabar con el régimen totalitario en el que está sumida la Gran Bretaña futura.

«Sólo actuamos bajo la fascinación de lo imposible: esto significa que una sociedad incapaz de dar a luz una utopía y de abocarse a ella, está amenazada de esclerosis y de ruina».(Cioran, Historia y Utopía)

Fuente: elpaís

Leer más: El secreto como último reducto

jueves, 15 de marzo de 2012

La estética de Amélie

Michael Sowa, Amelie

Michael Sowa es uno de los ilustradores más prestigiosos de Alemania. Él es el responsable de una mágica escena de la película "El fabuloso destino de Amélie Poulain", en la que la lámpara-cerdito de la mesita de noche y los cuadros de animales que hay en la habitación, dialogan entre ellos sobre el enamoramiento de la protagonista. En cine, también ha participado como director de arte en la película "Wallace & Gromit. La maldición de las verduras".

Michael SowaMichael Sowa

Su obra, de carácter surrealista, nos muestra mundos en los que los personajes principales son casi siempre, animales; dotada a menudo de un humor negro, sus ilustraciones destacan por su aire onírico y encantador.

Michael SowaMichael Sowa

Fuente: Telmex HUB

martes, 13 de marzo de 2012

Poemas del Milenio XXXV

Michael Sowa

LO QUE DEJÉ POR TI
Rafael Alberti (1902-1999)


Dejé por ti mis bosques, mi perdida
arboleda, mis perros desvelados,
mis capitales años desterrados
hasta casi el invierno de la vida.

Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.

Dejé palomas tristes junto al río,
caballos sobre el sol de las arenas,
dejé de oler la mar, dejé de verte.

Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte.

(de Roma peligro para caminantes, 1968)

Imagen: Michael Sowa

lunes, 12 de marzo de 2012

Moebius

Moebius

Jean Giraud "Moebius" (1938-2012)

miércoles, 7 de marzo de 2012

Supercalifragilisticoespialidoso







En memoria de Robert Sherman (1925-2012)

martes, 6 de marzo de 2012

Un adiós especial

Joyce Farmer, Un adiós especial
«Qué jodido es morirse. Sabemos que pasará, que es la gran verdad de la vida, pero sigue siendo jodido. Es curioso: de niños nos aterra, tenemos esos primeros contactos con la muerte en forma de entregas casi programadas que van acercándonos a la madurez a empujones. La muerte de una mascota, la del familiar lejano que no conocíamos, la más directa de un abuelo… poco a poco, vamos asumiendo lo inevitable de la muerte y, quizás por esa imposible lucha, aparcamos el tema en nuestra muerte como un asunto a tratar más tarde. Importante, claro, pero que contra más tarde lo abordemos, mejor. Hasta que llega un punto sin retorno en el desarrollo de la persona: la muerte de los padres. Es el momento en que nos damos cuenta de que, definitivamente, somos los siguientes, que ya no hay nadie entre nosotros y la dama blanca. Que vamos cuesta abajo. Es el momento en que somos conscientes de qué significa envejecer. Contar todo esto desde el sentimiento íntimo es jodido. Muy jodido. Se debe luchar contra muchos sentimientos, algunos tan primitivos como incontenibles; otros, producto de una reflexión que obliga a una siempre dolorosa introspección.»

Un adiós especial, de Joyce Farmer es la crónica gráfica de los cuatro últimos años de las vidas de Lars y Rachel, los padres de la autora, una pareja de ancianos que pasan el tiempo queJoyce Farmer, Un adiós especial les queda en su pequeña casa del sur de Los Ángeles. Una historia que aborda los retos, humillaciones, terrores, frustraciones y derrotas de la vejez y la muerte, pero también honra el valor, el humor, el amor y la resistencia de esta pareja y de su familia.

Conmovedora, patética y muy dolorosa (no me extraña que le llevara tanto tiempo su creación, trece años nada menos), la lectura de esta novela ha sido para mí una experiencia catártica.

Como escribe Álvaro en su reseña para La Cárcel de Papel, «me cuesta imaginar lo difícil que ha tenido que ser despojar los hechos de los sentimientos, analizar los recuerdos para apartar el dolor y dejar sólo la exposición veraz de lo ocurrido, evitar la tentación constante de la reflexión particular, de la expresión de la pena íntima. Pero Farmer lo consigue y narra con minuciosidad profiláctica todo el procesoJoyce Farmer, Un adiós especial de degeneración de dos personas: la pérdida de memoria, la caída en la dejadez, la depresión, el olvido, el dolor, la muerte. (...)

Y el efecto no pude ser más letal: ante la presentación fría de los acontecimientos, el lector no puede más que acudir a la identificación. Todo aquél que haya pasado por la muerte de un padre o una madre verá lugares comunes: la negación de la enfermedad, la dejadez del enfermo hacia sí mismo…»

Recuerdos dolorosos que en mi caso he hecho lo imposible por enterrar. Aprovechando de nuevo la magnífica reseña de Álvaro, «estuve un buen rato acordándome de unos años terribles que, casi día por día, estaban en ese tebeo, en esas viñetas. Y mira que me jodió.»

Fuente citada: La Cárcel de Papel

lunes, 5 de marzo de 2012

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viernes, 2 de marzo de 2012

Un gato en un piso vacío



Fuente: Auralaria