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miércoles, 11 de enero de 2012

Poemas del Milenio XXXII



XVIII
Lope de Vega (1562-1635)


¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta cubierto de rocío
pasas las noches del invierno oscuras?

¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!

¡Cuántas veces el ángel me decía:
«Alma, asómate agora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía»!

¡Y cuántas, hermosura soberana,
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!

(de Rimas Sacras, 1614)

Ilustración: The Baroque Bohemian Cat's Tarot, written and dessigned by Karen Mahony, Alexandr Ukolov, baba studio.

jueves, 17 de febrero de 2011

Gatomaquia

Los enamorados: Micifuf y Zapaquilda

Con dulce voz y pluma diligente,
y no vestida de confusos caos,
cantáis, Tomé, las bodas, los saraos
de Zapaquilda y Mizifuf valiente.

Si a Homero coronó la ilustre frente
cantar las armas de las griegas naos,
a vos, de los insignes marramaos
guerras de amor por súbito accidente.

Bien merecéis un gato de doblones,
aunque ni Lope celebréis, o el Taso,
Ricardos o Gofredos de Bullones.

pues que por vos, segundo Gatilaso,
quedarán para siempre de ratones
libres las bibliotecas del Parnaso.


Con este soneto comienza La Gatomaquia, pieza poética en clave burlesca, escrita por Lope de Vega en 1643. Se trata de una divertida fábula protagonizada por gatos humanizados, cuyas acciones giran en torno al amor, la galantería y el coqueteo. El componente autoparódico y humorístico está presente en esta obra de nuestro gran dramaturgo del Siglo de Oro donde todo es posible. En una noche mágica en la que sólo duermen el pudor y la contemplación, lo que en principio es magia y sueño se acaba tornando brujería y pesadilla.
Leticia Zamora
Los gatos, en efeto,
son del amor un índice perfeto,
que a los demás prefiere;
y quien no lo creyere,
asómese a un tejado
con frías noches de un invierno helado,
cuando miren las Hélices noturnas
las estrenadas urnas
del frígido Acüario:
verá de gatos el concurso vario,
por los melindres de la amada gata,
que sobre tejas de escarchada plata
su estrado tiene puesto,
y con mirlado gesto
responde a los maúllos amorosos
de los competidores,...

Micifuf es un gato pobre que está enamorado de Zapaquilda, la hermosa que enamoraba al viento. Marramaquiz, un rico indiano enemigo de Micifuf, intenta seducir a su amada con la ayuda del mago Garfiñanto para darle celos. Pero al no surtir efecto esta táctica, decide secuestrar a Zapaquilda durante su convite de bodas con Micifuf. Se desata entonces una épica guerra gatuna con un final inesperado...
El Príncipe de los Ingenios
Para leer la obra completa, pinchar aquí: Gatopardo, Félix Lope de Vega y Carpio, Gatomaquia

Fuente consultada: Círculo de Bellas Artes de Madrid

Ilustración 1: The Baroque Bohemian Cat's Tarot, written and dessigned by Karen Mahony, Alexandr Ukolov, baba studio.

Ilustración 2: Leticia Zamora, Gato en el tejado

Gracias de nuevo a Gatopardo por su inspiración.

martes, 3 de noviembre de 2009

Las musas no cobran derechos de autor



A lo largo de la historia de la literatura, muchos han sido los autores cuya pasión por los gatos ha hecho que éstos se conviertan en la principal fuente de inspiración para sus obras.

Karl von BetchenB afirmó que “el gato se parece a lo que los buenos escritores quisieran ser: son independientes, puntuales, de carácter estable, limpios...”. Aldous Huxley iba aún más lejos; a un joven que quería iniciarse en la carrera literaria y que le pedía consejo, le contestó: “Si quiere usted escribir, tenga gatos”.

Lope de Vega es el poeta gatuno de nuestra literatura. Su obra épico-burlesca, La gatomaquia, publicada un año después de su muerte (1634), da fe de su inagotable inspiración poética y de sus dotes de observación del mundo gatuno en pleno siglo XVII. Este poema de celos es una parodia llena de gracia y vitalidad de la épica italiana y describe los amores sinceros que provoca la hermosa gata Zapaquilda en los gatos Marramaquiz y Micifuz:

“Entre esta generosa, ilustre gente
vino un gato valiente,
de hocico agudo y de narices romo,
blanco de pecho y pues, negro de lomo
que Micifuz tenía
por nombre, en gala cola y gallardía
célebre en toda parte
por un zapinarciso y gatimarte.
Este, luego, que vio la bella gata
más reluciente que fregada plata,
tan perdido quedó, que noche y día
paseaba el tejado en que vivía,
con pajes y lacayos de librea;
que nunca sirve mal quien bien desea”.


La gata del gran novelista inglés Charles Dickens se llamaba Willemina y sobre ella se cuenta que le gustaba estar en la mesa revolviendolos papeles mientras su amo trabajaba incansablemente, sometido a la presión de sus entregas semanales y mensuales. Se narra que la gata, cuando llegaba cierta hora de la noche, apagaba con su pata la bujía que iluminaba la mesa donde trabajaba el escritor.

El músico Domenico Scarlati (1685-1757) contaba a propósito del tema de su Fuga en sol menor: “Mi gato mostraba una predilección muy clara por el clavicordio. Paseaba sobre las teclas de un extremo a otro, volviendo sobre sus patas. A veces se detenía un poco más sobre una nota y tendía una oreja hasta que la vibración cesaba. Una noche, me había dormido sobre un sillón cuando el sonido del clavicordio me despertó. Mi gato había vuelto a emprender su paseo musical, y realmente producía una frase melódica. Cerca de mí había una hoja de papel donde transcribí lo que estaba componiendo”.

Como veis, el gato es un entusiasta amigo de escritores (Goethe, Chandler, Dante, Hemingway, Gautier, Agatha Christie, Bernard Shaw o Mark Twain, que casi siempre se fotografiaba fumando y con un gato en el regazo), de músicos (Wagner, Pau Casals), científicos (Isaac Newton)... ¡Por algo será!

Escuchar: Domenico Scarlatti, Sonata en fa menor K.466

Fuente: Royal Canin

Leer más en este blog: Literatura

lunes, 25 de mayo de 2009

Se buscan kamikazes

Tranquilo, majete...
Los dichos y refranes populares son la prueba fehaciente de que el gato está inscrito en la cultura del lenguaje de una forma ancestral. Rara es la lengua que no hace referencia a este animal, bien para ponderar alguna de sus cualidades, bien para satanizar, una vez más, su lado incomprendido y misterioso. He aquí el segundo ejemplo de dichos populares:

PONERLE EL CASCABEL AL GATO

Esta frase, que se refiere a la impotencia de los más débiles para tomar precauciones frente a aquellos más fuertes que abusan de ellos, sirve para expresar que nadie se va a ofrecer como voluntario para una empresa muy arriesgada, complicada o peligrosa, por lo que es prácticamente imposible encontrar un ejecutor.

El origen de esta expresión parece estar en un cuento popular, recopilado en el siglo XIV en el "Libro de los gatos", que es un manuscrito que se encuentra en la Biblioteca Nacional, cuyo cuento número 55 lleva por título "De los mures con el ratón", y que dice así:

“Los mures (ratones) una vegada llegáronse a consejo et acordaron cómmo se podrían grardar del gato. Et dixo el uno qu’era mas cuerdo que los otros: atémos una esquila (cascabel) al pescuezo del gato et podernos hemos muy guardar del gato; que cuando él passare de un cabo á otro, siempre oyremos la esquila. Et aqueste conseio plugo a todos, mas dixo uno: Verdat es; más ¿quién atará la esquila al pescuezo del gato? Et respondió uno: Yo no. Respondió el otro: Yo no; que ni por todo el mundo yo non querría llegar a él...”

La historia tiene diferentes versiones pero todas con la misma moraleja. Samaniego, en la Fábula VIII, lo narra así:

“Desde el gran Zapirón, el blanco y rubio,
que después de las aguas del diluvio
fue padre universal de todo gato,
ha sido Miaurgato
quien más sangrientamente
persiguió a la infeliz ratuna gente.
Lo cierto es que, obligada
de su persecución la desdichada
en Ratópolis tuvo su congreso.
Propuso el elocuente Roequeso
echarle un cascabel, y de esta suerte
al ruido escaparían de la muerte.
El proyecto aprobaron uno a uno.
¿Quién lo ha de ejecutar? Eso ninguno.
“Yo soy corto de vista.” “Y yo muy viejo.”
“Yo, gotoso”, decían. El consejo
se acabó como muchos en el mundo.
Proponen un proyecto sin segundo.
Lo aprueban. Hacen otro. ¡Qué portento!
¿Pero la ejecución? ¡Ahí está el cuento!”

¿Quién será el kamikaze?No obstante, fue Lope de Vega quien popularizó la frase en estos versos que así dicen:

“Juntáronse los ratones,
para librarse del gato,
y después de un largo rato
de disputas y opiniones,
dijeron que acertarían
en ponerle un cascabel;
que, andando el gato con él,
librarse mejor podían.
Salió un ratón barbicano,
colilargo, hociquirromo,
y encrespando el grueso lomo,
dijo al senado romano,
después de hablar culto un rato:
“¿Quién de todos ha de ser
el que se atreva a poner
ese cascabel al gato?”

Escuchar:
Gato Pérez, El ventilador