jueves, 29 de noviembre de 2012

Fragmentación



“Eso es lo que me quitaba el sueño por la noche: esa fragmentación (…) Nunca hay un centro, nunca hay un acuerdo comunitario; sólo hay un billón de pequeñas fracciones de ruido que nos distrae. Nunca podemos sentarnos a mantener una conversación sin interrupciones; todo es basura de tercera y urbanismo de mierda. Todo lo real, todo lo auténtico, todo lo honrado, está extinguiéndose. Intelectual y culturalmente, no hacemos más que rebotar de un lado a otro como bolas de billar lanzadas al azar, reaccionando ante los últimos estímulos”. (Jonathan Franzen en Libertad)

Pintura: George Tooker

lunes, 26 de noviembre de 2012

Suave patria



"La única patria decente, dice Fernando Savater, es la infancia. Todos tenemos una patria así. En ella están los lugares en los que vivimos, la lengua con que aprendimos a nombrar el mundo y a disipar el miedo a la ausencia de los seres amados. Están los juegos misteriosos, las olorosas fiestas en la cocina, las historias que escuchamos de los labios de los adultos, las primeras lecturas, las canciones que acompañaron nuestro despertar a la vida, los cines y las películas amadas. Y esa patria oculta, secreta, nada tiene que ver con las banderas, los himnos, las fingidas lecciones de la historia, los tertulianos y los equipos de fútbol que pueblan esos parques temáticos de la identidad a que tan proclives son todos los patriotismos. Tiene que ver con aquello de lo que no somos dueños, representa lo más íntimo y escondido de cada uno, pero es también la puerta por la que entra en nosotros el mundo con toda su diversidad."

Gustavo Martín Garzo
Fragmento del artículo "Suave patria"
Leer artículo completo aquí: elpaís

Fotografía: Walter Chandoha

jueves, 15 de noviembre de 2012

Los 5000 dedos del Dr. T

 
 Ya he contado alguna vez que mi pasión por el cine nació en la infancia. Las primeras películas de las que tengo un recuerdo imborrable son Los tres mosqueteros, Sissí Emperatriz, El regreso de Fu-Manchú y la más alucinante de todas, ésta a la que dedico hoy la entrada: Los 5000 dedos del Dr. T. (1953). Ya véis que ya entonces mis gustos eran de lo más ecléctico, será de nacimiento, supongo.

Sinopsis: 

Bart es un niño al que su madre le obliga a tomar clases de piano. Su profesor es un ser odioso que le somete a situaciones extremas para que se esfuerce en aprender dicho instrumento. Al final de una clase, Bart se duerme y tiene una pesadilla terrorífica en un mundo surrealista en el que el Dr. T tiene esclavizados a 500 niños para que ejecuten la pieza de piano más grande jamás oída.

Nadie ha sabido llevar al cine el imaginario infantil entre colorido y macabro del popular poeta norteamericano Dr. Seuss como Stanley Kramer, el productor, y Roy Rowland, el director (aunque se dice que fue Kramer quien realmente dirigió la película, ya que Roy Rowland siguió todas sus órdenes al pie de la letra, y además consta que Kramer dirigió algunas escenas).

Imaginativa, rodada de manera independiente (distribuída por Columbia) con pocos recursos y un reparto entonces semidesconocido, se sirve de una espectacular fotografía en Technicolor y un diseño de producción cuyo mérito artístico no ha sido valorado hasta fechas relativamente recientes.

Aunque el guión original del Dr. Seuss fue severamente censurado para su cabreo monumental, mantiene esa mezcla de jovialidad, tontería y crueldad que siempre lo caracterizó.

Siendo un musical, la banda sonora es muy buena, incorporando de manera paródica diversos estilos musicales (desde el tango hasta la música ci-fi cincuentera con el theremin) y un excelente ballet en el que está un joven George Chakiris, casi una década antes de West Side Story y de su triunfo en los Oscar y los Globos de Oro como mejor actor secundario.

Una pequeña obra maestra incomprendida en su día, ahora es un ejemplo de manual de cómo debe trasladarse el imaginario infantil al celuloide: gusta a cinéfilos y amantes del bizarrismo por igual: logra inquietar sin ser una peli de terror, nos hace reír sin ser estrictamente una comedia, sólo con su atmósfera de pesadilla infantil y el sadismo oculto en el guión. Eso es muy difícil de lograr. Una experiencia fascinante. Y eso que el argumento no puede ser más tonto, pero funciona.

Anécdotas:

- Stanley Kramer quería que los 500 alumnos del colegio Terlwigger fueran realmente 500 niños, pero por limitaciones presupuestarias tuvieron que ser 150. Éstos no disfrutaron precisamente de la experiencia: de hecho una vez que se estaban portando mal, Kramer amenazó con despedirlos, lo que provocó una ovación espontánea por parte de los aludidos.

Encima, un niño se intoxicó con un perrito caliente en mal estado y empezó a vomitar, haciendo que los otros 149 empezaran también a echar la pota sobre el gran piano. El Dr. Seuss diría que los críticos reaccionaron igual.

- El día de la premiere, el cine se vació prácticamente en un cuarto de hora, quedando solo Kramer, Rowland, un par de críticos y algún espectador paciente.

- La escena del ascensor hacia las mazmorras se cortó debido a una referencia a las cámaras de gas.

- Y finalmente una para los fans de los Simpson. El niño héroe se llama Bart. El villano se llama Terlwegger. ¿No os suena de algo?

Fuente: abandomoviez