martes, 27 de octubre de 2009

Una solución muy gatuna

Cagando espero al gato que no quiero

Los vecinos de un edificio de la Plaza de Vigo en Santiago de Compostela, han visto cómo su edificio se ha convertido en un auténtico palomar. Las aves les despiertan a las seis de la mañana y llenan de excrementos la calle, las ventanas y la fachada.

"El problema es tan grave y llevamos tanto tiempo con él que en Santiago ya nos conocen como El Palomar". Los vecinos llevan desde el año 2001 pidiendo soluciones, lo han probado todo: "Les hemos puesto papel de aluminio, tiras reflectantes, y otros inventos, pero ninguno ha dado resultado".

Que poco te queda, palomita...

Hasta ahora, que una vecina, Magdalena Ubeira, encontró hace unas semanas una solución: "Vi en la puerta un folleto publicitario con una fotografía de un gato, y se me ocurrió hacerle fotocopias y pegarlas en la ventana". Esta fórmula dio resultado, y la idea se fue difundiendo entre los demás residentes. Así, hoy, se puede ver que varias ventanas del segundo y quinto piso tienen este dibujo.

Lo malo es que alguna paloma ya se ha dado cuenta de que el gato no se mueve, y le empiezan a perder miedo. "El de las fotocopias no es una solución", dice el presidente de la comunidad de vecinos, Jesús Manuel Camba. "El Ayuntamiento debería prohibir que le den de comer a las palomas, y hacer algo para ahuyentarlas", señala el presidente. Y es que, como dicen los vecinos, "en el edificio hay una mujer que les da comida y, aparte, desde hace tiempo otras personas que viven en otras zonas tienen por costumbre venir con una bolsa de pan y echarles de comer en la plaza".

Una solución que se me ocurre podría ser adoptar unos cuantos gatos callejeros que se paseen por las cornisas: seguro que en poco tiempo no queda ni una.


Escuchar: Pablo Abraira, Gavilán o paloma

miércoles, 7 de octubre de 2009

No seamos pardillos



Casi todo el mundo conoce este famoso dicho y su significado: la oscuridad nos oculta la belleza o las imperfecciones de aquello que contemplamos.

Sin embargo, pocos saben por qué nuestros ojos pueden ocasionarnos más de un disgusto por fiarnos de ellos en plena oscuridad.

En cuanto a los órganos de los sentidos se refiere, el ser humano no tiene el poderoso sentido del olfato de los perros, ni la vista de un águila y tampoco el oído de las belugas.

En cuanto al órgano de la visión, todos tenemos un punto ciego del cual no somos conscientes, una pequeña zona en cada ojo en la que no podremos ver nada. Pero las imperfecciones de la vista que vienen "de serie" en el ser humano no terminan con el punto ciego.

Cuando la oscuridad hace acto de presencia, este sentido se vuelve bastante penoso, ya que somos incapaces de distinguir los colores. De ahí el famoso dicho, porque en ausencia de luz, las cualidades estéticas de aquello que vemos se nos escapan en su mayoría y terminamos viendo todo en una escala de grises.

El fenómeno no es baladí, puesto que tiene su influencia en ciertas situaciones de la vida. Por ejemplo, cualquier estafador sabe que la mejor oportunidad de colar algo viejo como nuevo es durante la noche. También son muy cotidianas para muchas personas las "sorpresas" en el despertar con un ligue de la noche anterior y descubrir que éste no era, lamentablemente, como lo recordaba. Y es que, dejando a un lado el efecto "estilizador" del alcohol, una buena ausencia de luz puede ayudar mucho a aquellos hombres y mujeres menos favorecidos físicamente. Que las discotecas y pubs suelan ser lugares más bien poco iluminados no es algo que ocurra por casualidad. Además de ofrecer un espacio más "íntimo", la oscuridad es la aliada de las imperfecciones.

Toda esta incapacidad de no poder distinguir los colores cuando no hay luz o ésta es muy débil se la debemos a nuestra retina. La retina se encuentra en la parte trasera e interna del globo ocular. Está formada por una serie de células diversas y receptores nerviosos de luz a partir de los cuales se codifica la señal luminosa y se transmite, mediante impulsos nerviosos, hasta el cerebro para terminar dando lo que nosotros llamamos "vista".

Hay básicamente dos tipos de receptores: los conos y los bastones, llamados así por la forma que tienen. Los conos son los que aportan color a nuestra vida (y nunca mejor dicho) gracias a ellos podemos ver los colores. Sin embargo, tienen un inconveniente, sólo nos permiten ver los colores a partir de cierta intensidad lumínica, es decir, que sin la suficiente luz no podemos captar los colores porque estos receptores no funcionan, y entonces sólo podemos ver en escalas de grises.
Gatísimo, Orquesta Platería
¿Y por qué sólo en grises? Porque los bastones, el otro tipo de receptor de la retina, responden mejor ante un mínimo estímulo de luz y nos permiten ver tonos entre el blanco y el negro. Además de esto, también hay que tener en cuenta la gran diferencia de cantidad de ambos receptores: más de cien millones de bastones por tan sólo entre 3 y 7 millones de conos. Sin embargo, el "rendimiento" funcional de los conos, aún en menor cantidad, es mayor con respecto a los bastones.

Así que, recuerda, cuando creas que van colarte gato (pardo) por liebre en una noche, piénsatelo mucho antes de fiarte de tus ojos. ¡No seas pardillo!