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lunes, 27 de abril de 2009

Song to the Siren

Tim Buckley
Tim Buckley, (1947–1975) fue un músico estadounidense, dueño de una voz prodigiosa que llegaba a abarcar tres octavas y media.

Comenzó su carrera como compositor de folk, pero pronto se orientó más al jazz. Su muerte a los 28 años por una sobredosis de heroína, truncó su prometedora trayectoria artística.

20 Años después, su hijo Jeff Buckley, de enorme parecido físico con su Cantos de sirenapadre, de quien había heredado también el talento y la magnífica voz, tuvo el mismo destino que él al morir prematuramente ahogado en un río en extrañas circunstancias.

Song to the Siren es quizás la canción más famosa de Tim Buckley, una canción con una letra escalofriante que al escuchar no puedes evitar pensar en ella como una premonición de la trágica muerte de su hijo Jeff.

Incluída en el álbum Starsailor de 1970, ha sido versioneada numerosas veces y utilizada en películas y anuncios.

Esta versión del grupo This Mortal Coil ha conseguido, merecidamente, y gracias sobre todo a la maravillosa voz de Elizabeth Fraser, ser más conocida que la original.

Sube el volumen, cierra los ojos y déjate llevar por el envolvente canto de la sirena...



On the floating, shapeless oceans / Tras larga travesía en océanos desiertos
I did all my best to smile / me esforcé por sonreir
til your singing eyes and fingers / hasta que tus ojos gozosos y tus dedos
drew me loving into your eyes. / me atrajeron febril a tu arrecife.

And you sang "Sail to me, sail to me / Y cantabas: "navega hacia mí, navega hacia mí,
let me enfold you. / déjate envolver.
Here I am, here I am waiting to hold you." / Estoy aquí, estoy aquí, mi abrazo te espera."

Did I dream you dreamed about me? / ¿Soñé que soñabas conmigo?
Were you here when I was full sail? / ¿Dónde estabas cuando yo navegaba a toda vela?
Now my foolish boat is leaning, broken love lost on your rocks / Ahora mi enloquecido barco martillea las rocas herido de amor,
for you sang, "touch me not, touch me not, come back tomorrow. / porque tú cantas: “no me toques, no me toques, vuelve mañana."
Oh my heart, oh my heart shies from the sorrow. / Mi corazón teme el dolor.

I'm as puzzled as a newborn child / Estoy abrumado como un recién nacido,
I'm as riddled as the tide. / en desafío contra la marea.
Should I stand amid the breakers? / ¿Debería permanecer entre las rocas?
or shall I lie with death my bride? / ¿o descansar junto a mi esposa la Muerte?

Hear me sing: "Swim to me, swim to me, let me enfold you." / Escucha mi canción: “nada hacia mí, nada hacia mí, déjate envolver,
"Here I am. Here I am, waiting to hold you." / estoy aquí, estoy aquí, mi abrazo te espera.”

Pintura: Mercedes García Bravo, Jeanne con gato

domingo, 9 de noviembre de 2008

El recuerdo es a menudo lo más bello

Romy SchneiderEscribía hace poco en "El País" Gustavo Martín Garzo que "la fascinación que ejerce el cine tiene que ver con ese momento en que en la cuna veíamos el rostro de nuestra madre en la penumbra del dormitorio. Es un espacio entre la realidad y el sueño".

Puede que tenga razón. Yo recuerdo con emoción que mis padres, muy aficionados los dos, me llevaban a menudo al cine. Recuerdo el Atlántico, el Capitol, el Excelsior,... todos ellos desaparecidos ya. El cine tejió en mi cerebro de niña una hermosa tela de araña, cuyo poder aún hoy sigue intacto.

De esas sesiones matinales, seguramente hay películas que no recuerdo, pero hay dos que nunca olvidaré. La primera es, "Los tres mosqueteros" (Georges Sidney, 1948) y la segunda "Sissi Emperatriz" (Ernst Marischka, 1956). Pero ya hablaremos otro día de Milady...

Sissi Emperatriz es la segunda parte de la trilogía dedicada a la Emperatriz Elizabeth de Austria. Cómo olvidar el colorido, los idílicos paisajes de cuento de hadas, el esplendor y la gloria de la corte austro-húngara, aquellos increíbles vestidos, y sobre todas las cosas, la dulce sonrisa de su maravillosa protagonista. Como tantas otras niñas, yo me enamoré inmediatamente de Sissi.

Sissi
El pasado 23 de septiembre, Romy Schneider hubiera cumplido 70 años. Coincidiendo con el aniversario, Alemania recuperó el mito con una avalancha de películas, libros y exposiciones que se celebró en Berlín, ciudad en la que rodó su primera y última película.

Rosemarie Albach-Retty Schneider, que nació en Viena un 23 de septiembre de 1938, sudó por primera vez delante de una cámara en los estudios berlineses de la Ufa, con "Lilas blancas" de Hans Deppe (1953). Cineastas y literatos se disputan ahora a la leyenda, que fue una de las víctimas predilectas de la prensa amarilla.

Romy y Delon, su primer ¿y único? amorEsta actriz de hechizante belleza y personalidad arrolladora, rodó en siete años 18 películas, antes de darle la espalda a Alemania (y a la fortuna que le ofrecían por continuar interpretando a Sissi), y emigrar a Francia para liberarse del estigma de la inocente Sissi, y vivir con Alain Delon.

Romy Schneider rodó en su corta vida 60 películas, entre las que destacan, aparte de la trilogía sobre la emperatriz austro-húngara, "Lo importante es amar" (Andrzej Zulawski, 1974), "Ludwig II" (Luchino Visconti, 1972), dónde retomó el personaje de la emperatriz, y "Una vida de mujer", (Claude Sautet, 1978).

Esta hija de una estirpe de actores trabajó como una posesa y llegó a rodar cuatro películas a la vez, al tiempo que buscaba refugio emocional entre sus compañeros de reparto, pero también en las pastillas y el alcohol.

Una relación con Delon y dos matrimonios fracasados, la convirtieron en carne de cañón de losMaravillosa medios, que especularon sobre la posible bisexualidad de la actriz, que "encarna los clichés de la mujer de la posguerra: de virgen a puta pasando por madre arrepentida", en palabras de su biógrafa, la feminista alemana Alice Schwarzer.

La propia Schneider cimentó el mito, confesando en un semanario alemán haber practicado un aborto, cuando la interrupción voluntaria del embarazo estaba prohibida en este país. Fue la misma actriz que accedió a que se publicaran desnudos suyos en "Playboy".

La femme fatale en busca de amor y protección que dijo de sí misma "no soy capaz de nada en la vida, y de todo en la pantalla", en alusión a su vasto catálogo de amores frustrados, sucumbió a los 43 años, en París, profundamente deprimida y sumida en una espiral autodestructiva, tras la trágica muerte de su hijo David por un accidente en casa de sus abuelos un año antes.

Como dice Ángel Fdez. Santos, a propósito de la interpretación de Romy en "Lo importante es amar", "nunca tanta luz creó tanta oscuridad como el rostro de esta mujer". La apasionada Romy seguirá viva por siempre en nuestro recuerdo porque es una de las actrices más bellas, fascinantes y misteriosas que han existido jamás.