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martes, 16 de marzo de 2010

A la caza

Goya, detalle

Si pones en Google "jugar al gato y al ratón", te saldrán cientos de miles de páginas, no en vano, esta es una de las expresiones coloquiales más utilizadas en nuestro idioma. La frase se dice de las personas que se van persiguiendo y esquivando mutuamente, o que tratando de encontrarse o comunicarse, no lo consiguen.

No se sabe exactamente cuál fue la primera cultura en domesticar a los gatos, aunque siempre se ha asociado su domesticación a los egipcios, los asirios o alguna cultura predecesora a partir del gato salvaje africano.

Se han descubierto restos de domesticación del Felix Silvestris Catus en Chipre que datan de hace 9.500 años y se cree que los egipcios empezaron a hacerlo en torno al año 4000 a. de C. para mantener a las Naturaleza muerta con gato y ratónratas y ratones fuera de sus graneros.

Incomprensiblemente, en la Edad Media se culpaba a los gatos de transmitir la peste bubónica, con lo que fueron exterminados en masa, contribuyendo a que se multiplicara la población de ratas, auténticos propagadores de la plaga.

Y es que, en relación a su tamaño, los gatos domésticos son depredadores muy eficaces. Pueden emboscar y abalanzarse sobre distintos vertebrados usando tácticas similares a los leopardos y tigres; es entonces cuando asestan la mordida Gustave Doréletal con sus largos dientes caninos que rompen la médula espinal de la víctima, o la asfixian comprimiendo su tráquea.

Los ejemplares bien alimentados pueden cazar y matar aves, ratones, ratas, lagartos y otros pequeños animales, para luego mostrar el trofeo de caza a sus dueños. El motivo por el cual lo hacen no está totalmente claro, pero se cree que esta acción está relacionada con los comportamientos de creación de lazos afectivos. Es probable que esperen ser elogiados por su contribución simbólica al grupo.

Se sabe que, en la vida salvaje, incluso un macho puede compartir su caza con miembros de su familia. El obsequio de piezas por parte de un animal bien alimentado puede ser usual, e interpretarse como un gesto de cariño y familiaridad.

Para terminar, recordar el famoso juego infantil del gato y el ratón.
H.H. Couldery, Conejos en la jaula observados por un gato
Para quien lo desconozca, consiste en hacer un corro con los participantes cogidos de la mano. Se escogen dos niños/as para que interpreten el papel de gato y ratón, respectivamente.

Al ritmo de la canción: "Ratón que te pilla el gato, ratón que te va a pillar, si no te pilla esta noche, mañana te pillará", el ratón intentará escapar por entre los agujeros que hacen entre dos de los participantes con las manos cogidas y los brazos lo más extendidos posible.

El gato tiene que intentar pillar al ratón, pero los participantes han de impedirlo bajando los brazos para que no pase, pero puede colarse entre los agujeros, siempre y cuando no los rompa al pasar.

¡Buena caza!

Pinturas:
* Francisco de Goya, detalle de gatos y pájaro en el retrato de Manuel Osorio de Zúñiga (1788)
* Anónimo, Naturaleza muerta con gato y ratón (1820)
* Gustave Doré
* Horatio Henry Couldery, Conejos en la jaula observados por un gato (1890)

Escuchar: Ratón, que te pilla el gato (canción popular)

miércoles, 10 de marzo de 2010

Malos tiempos

Goya, Allá va eso
Para su desgracia, el gato, poseedor de un extraño magnetismo, generador de vibraciones mágicas, era utilizado en la mayoría de conjuros brujeriles, y como componente indispensable en la elaboración de toda clase de filtros y fórmulas mágicas (decíase entre las brujas, que la piel de gato alimentado con pan mojado en agua y aceite sagrado, obraba verdaderas maravillas como elemento convocador de fuerzas malignas).

En la Europa medieval, era muy popular la creencia en el poder que tenían las brujas para convertirse en gatos, existiendo millares de historias que "confirman" tal transformación.

Dicen que en un pueblo de tierras del Alto Aragón vivía una familia de agricultores a los cuales cada Nochebuena se le moría el mejor animal de la cuadra, fuera mula, caballo, vaca o cordero.

Una de las noches, el padre de familia esperó escondido en las cercanías de las puertas del establo. En un momento dado, vio entrar a un gran gato negro, que volvió a salir en unos minutos. Después de escuchar cómo algo caía al suelo, entró presuroso al Goya, ¿Donde va mamá? establo, contemplando asombrado que su mejor mula estaba muerta. No le cupo la menor duda de que, fuese como fuese, aquel gato tenía algo que ver en el suceso, por lo tanto, esperaría al año viniente para averiguar más cosas sobre tan extraño fenómeno que, anualmente, le costaba un precioso animal.

Esperó un largo año, y llegó de nuevo la Nochebuena, y en esta ocasión aguardó acontecimientos en el interior de la cuadra. Como el año anterior, pasada la media noche apareció el descomunal gato negro, que una vez dentro, saltó con furia sobre las ancas de una lustrosa mula, a la cual el terror tenía paralizada. El gato empezó a musitarle al oído que tenía que morirse aquella noche. Palabras que repitió varias veces hasta que el hombre no pudo aguantar más, saliendo del escondrijo armado de una gran estaca, con la que le pegó una paliza al gato, rompiéndole una pata, huyendo éste maltrecho y con quejumbrosos maullidos de dolor.

El suceso fue muy comentado en el pueblo, pero más lo sería, cuando esa misma mañana se descubrió que la Arthur Rackham, Una bruja y su gatosuegra del agricultor tenía una de sus piernas rotas; aquello la acusaba irremisiblemente de ser ella la culpable, siendo bruja, y usando sus poderes de transformación para perjudicar a su yerno. Cuentan que poco faltó para que fuera quemada en público linchamiento.

J. Blázquez Miguel en sus estudios sobre los procesos inquisitoriales seguidos contra las brujas y hechiceras en La Mancha, ha dado a luz varios documentos en los cuales se hallan registradas diversas fórmulas que usaban éstas para conseguir riquezas, obtener el poder de la invisibilidad, etc... En casi todas ellas estaba presente el gato, el cual siempre tenía un mal fin, se le cortaba la cabeza, sacábanle los ojos, etc...

De esta manera, durante la Edad Media el gato pasó de ser considerado un animal benéfico y necesario, a convertirse en un emisario del Diablo. Quizás fue la cualidad cambiante de sus ojos, que le confería una naturaleza lunática; o esa mirada que parecía ver más allá de los cuerpos opacos; quizás su dominio de la oscuridad, tal vez su actitud independiente y el sigilo de sus pasos o su aire de misteriosa sensualidad.

Lo cierto es que en una época en la que la Iglesia temía más que a nada al paganismo y laTres brujas con gato herejía, el gato encarnaba todas las características del Maligno. No en vano había sido deificado en Egipto, venerado por los infieles, favorecido por los hijos de Mahoma, símbolo de lascivia, compañero de brujas y alter ego de Satanás en los aquelarres demoníacos.

Es así como cientos de miles de gatos fueron hostigados, crucificados, desollados vivos y echados a las brasas, aduciendo que eran los compañeros de las brujas, las cuales asistían a los aquelarres disimuladas como gatos negros.

La justicia apoyó al clero en su lucha contra el vicio, en nombre de la elevación del espíritu, y la Inquisición permitió excesos de violencia contra este animal, tales como la terrorífica costumbre de arrojar gatos vivos en las hogueras de la noche de San Juan, o las cazas de gatos en Flandes; en Bélgica, se arrojaba a los gatos desde la cima de las torres de las catedrales, y en Alemania se obligaba a los propietarios de estos felinos a cortar las orejas de su animal. Francia no se quedaba atrás, con la costumbre de emparedar a un gato vivo en los cimientos de La brujauna casa para protegerla de la mala suerte.

En aquellos años de fervor religioso, el más denostado y peor parado de entre todos los gatos fue el gato negro, aunque todos los gatos sin excepción sufrieron lo indecible en aquellos años oscuros, y más cuando la terrible peste negra asoló Europa en el siglo XIV y la superstición popular, espoleada por la exaltación religiosa, descargó su ira contra aquellos que más turbadores y lóbregos les parecían.

Pagaron prenda, como siempre, los judíos y las brujas y con ellos sus símbolos y animales totémicos. La histeria llegó en aquella época, que, por desgracia, duró casi 400 años, a manifestaciones tan absurdas que hoy resultan completamente inverosímiles.

Leonardo da Vinci, BocetosFamoso sería el proceso celebrado en Vernon (Francia) en el año 1566, donde fueron acusadas numerosas personas, y posteriormente quemadas, bajo la acusación de reuniones en aquelarres en un viejo castillo semiderruido, donde todos los participantes asistían en forma de gatos.

Fue una vez más una invasión de ratas en 1799, la que marcó el inicio de la rehabilitación del gato. En Francia, un edicto de Colbert, ministro de Luis XIV, ordenó que los navíos de la Marina real transportasen gatos a bordo para luchar contra los roedores. A esto se sumó la desmitificación de todo aquello relacionado con la brujería que tuvo lugar durante el Siglo de las Luces.

Ilustraciones:
Goya, Brujas y gatos en los CaprichosArthur Rackham, Una bruja y su gato
Augustin Théodule Ribot, Tres brujas con gato
Hans Thoma, La bruja
Leonardo da Vinci, Bocetos

Escuchar: Donovan, Season of the Witch