martes, 29 de junio de 2010

Mis niños

Roni y Cati

LES CHATS

Les amoureux fervents et les savants austères / Los amantes fervientes y los sabios austeros
Aiment également, dans leur mûre saison, / adoran por igual, en su estación madura,
Les chats puissants et doux, orgueil de la maison, / los gatos fuertes y dulces, orgullo de la casa,
Qui comme eux sont frileux et comme eux sédentaires. /que como ellos son frioleros y como ellos sedentarios.

Amis de la science et de la volupté / Amigos de la ciencia y de la sensualidad,
Ils cherchent le silence et l'horreur des ténèbres; / buscan el silencio y el horror de las tinieblas;
L'Erèbe les eût pris pour ses coursiers funèbres, /el Erebo los habría cogido para sus correrías fúnebres,
S'ils pouvaient au servage incliner leur fierté. / si pudieran a la esclavitud inclinar su arrogancia.

Ils prennent en songeant les nobles attitudes / Adoptan cuando sueñan las nobles actitudes
Des grands sphinx allongés au fond des solitudes, / de grandes esfinges alargadas, en el fondo de las soledades
Qui semblent s'endormir dans un rêve sans fin; / que parecen adormecerse en un sueño sin fin;

Leurs reins féconds sont pleins d'étincelles magiques, / Sus grupas fecundas están llenas de chispas mágicas
Et des parcelles d'or, ainsi qu'un sable fin, / y partículas de oro, cual fina arena,
Etoilent vaguement leurs prunelles mystiques. / estrellan vagamente sus místicas pupilas.

Charles Baudelaire, Los gatos

Escuchar: Clint Mansell, Requiem for a dream

miércoles, 23 de junio de 2010

Víctimas

Alf y Lucky

"¡Willy! ¿Puedo comerme al gato?"

ALF es el nombre de una popular serie de televisión estadounidense de mediados de los 80, inspirada en la película «E. T., El extraterrestre». El personaje del título es un entrañable extraterrestre apodado A.L.F. («Amorfismo Lejano Fantastico», «Alienígena Ligeramente Fastidioso» o “Alien Life Form”, del inglés «Forma de vida Extraterrestre»), nacido en el planeta Melmac. Su frase favorita es "¡No hay problema".

Huyendo de su planeta que estaba a punto de estallar, ALF viaja perdido por el espacio durante un año hasta que sigue la señal de radio proveniente del planeta tierra, estrellándose en la cochera de los Tanner, una familia de clase media que lo acogen en su casa. Como a todos los habitantes de Melmac, a ALF le gusta comer gatos; en este caso, la víctica es Suertudo (Lucky), el gato de los Tanner. ALF se lo trata de comer siempre, cosa que la familia ha impedido. Tras su muerte por causas naturales, ALF se encariña con un pequeño gatito cambiando de opinión sobre su gusto culinario por los gatos y la familia decide adoptarlo, poniéndole el nombre de Suertudo II.

Rasca y Pica

Rasca y Pica
(Itchy and Scratchy), es una serie de dibujos animados de ficción dentro de la serie televisiva «Los Simpson», donde se emite en el programa de Krusty el payaso. Muestra a un ratón azul llamado Pica siempre matando brutalmente de distintas maneras al gato Rasca.

Esta estrámbotica pareja es una parodia de la serie de dibujos animados Tom y Jerry, aunque también se parodia al ratón Mickey Mouse (en especial de los episodios más violentos, que se hicieron durante la Segunda Guerra Mundial). De igual modo, satiriza la violencia en los programas de televisión para niños. Además cada episodio de Rasca y Pica suele parodiar otras películas, programas de televisión, vídeos musicales o episodios de la historia.

¡Pobres víctimas! ¡Esto tiene que acabarse ya! ...Un fantasma recorre Europa: el fantasma de la gatomaquia. Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma: el Papa y el Zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes...¡Gatos del mundo uníos!

ALF

TomSilvestre

Escuchar: Tema de ALF

martes, 22 de junio de 2010

El siete



El siete (del latín séptem, séptimo) es un número misterioso y mágico. Cósmico y sagrado, el siete es un símbolo recurrente en muchas culturas y que rige aún hoy algunos aspectos de nuestra vida: siete son los días de la semana, siete los colores del arco iris y siete el número de notas musicales. Hay incluso quien dice que los gatos tienen siete vidas. Antes de pasar a un breve y alocado resumen, recomiendo este documento para quién le interese el tema: El siete, número cósmico y sagrado.

El mundo antiguo vió siete maravillas, siete sabios tuvo Grecia y sobre siete colinas se fundó Roma, la ciudad de los siete reyes. Ahora estamos en época de vacas flacas, pero eso ya nos la advirtió el sueño del faraón relatado en el libro del Génesis en el que siete vacas flacas devoraban a siete vacas gordas. Hablando de faraones, la última faraona de Egipto fue la más famosa de las Cleopatras, Cleopatra VII.

En la Biblia hay numerosas referencias, sin ir más lejos, la estructura septenaria del libro del Apocalipsis, que nos cuenta que se abrirán siete sellos antes de que se desate la ira de Dios, que someterá al mundo a siete juicios escoltado por siete ángeles haciendo sonar siete trompetas, para enviar siete castigos sobre los injustos, uffff... La tradición cristiana católica también ha hecho suyo este número. Siete son los pecados capitales que llevan al infierno, y las virtudes cardinales que llevan al cielo, y también los sacramentos para identificar al creyente. Jesús dijo que se ha de perdonar setenta veces siete.

Siete
son también los cielos de la religión islámica, las siete virtudes del bushido -el código de honor del samurai-, los chakras o centros de energía del cuerpo humano y siete también las profecías mayas. Siete brazos tiene la menorah, el candelabro ritual judío. Más tarde, ya con el descubrimiento de América, siete fueron los mares que cruzaban los marinos y aventureros en busca de gloria (por cierto, suman siete los números del año en el cual se descubrió América ¡y siete más la suma de los números del año de la llegada del hombre a la Luna!).

A la literatura y al cine también le gusta, no en vano son siete las artes: el romance de "Los siete infantes de Lara", "Blancanieves y los siete enanitos"; los siete hermanos, las siete hijas del ogro y las botas de siete leguas en "Pulgarcito"; "Los siete cabritillos y el lobo"...

En Hollywood, Bergman abrió "El séptimo sello"; "Siete ocasiones" tuvo Buster Keaton como "Siete mujeres" John Ford. Siete asesinatos cometió Kevin Spacey en "Seven" y siete fueron los magníficos, los samuráis, y las novias de los siete hermanos.

Y como es imposible ser exhaustiva, para terminar con el siete, un refrán: "Cinco no son montón, pero siete ya lo son. El año siete toma la capa y vete"; unos versos de Lorca: "Con siete ayes clavados,/dónde irán/los cien jinetes andaluces/del naranjal?" y una leyenda, la de La Cueva de Salamanca, bajo la Plaza de Carvajal, lugar de un viejo culto nigromántico relacionado con la presencia del Demonio, donde a la luz de una vela incombustible, éste impartía clases de adivinación y otras artes diabólicas, durante siete años, a siete estudiantes, de los que uno, como pago obligado por las lecciones dictadas, se quedaba en poder del Maligno. ¡Y además yo nací en 1997! ¡¡MHUAHAHAHAHAHAAAA!! ¡¡JAAHAHAHAHAHAAAAAA!!

Escuchar: Ennio Morricone, The Magnificent Seven

lunes, 21 de junio de 2010

Se va un héroe del siglo XXI

José Saramago
BRINDIS DE ENTREGA DEL PREMIO NOBEL Estocolmo, 11 de Diciembre de 1998

Se cumplen exactamente hoy 50 años de la firma de la Declaración de los Derechos Humanos. No han faltado conmemoraciones de esta efeméride. Sabiéndose, sin embargo, cómo la atención se cansa cuando las circunstancias le piden que se ocupe de asuntos serios, no es arriesgado prever que el interés público por este asunto comience a disminuir a partir de mañana mismo. Nada tengo contra estos actos conmemorativos, yo mismo he contribuido a ellos, modestamente, con algunas palabras. Y puesto que la fecha lo pide y la ocasión no lo desaconseja, permítaseme que diga aquí unas cuantas más.

Este medio siglo no parece que los gobiernos hayan hecho por los derechos humanos todo aquello a lo que moralmente estaban obligados. Las injusticias se multiplican, las desigualdades se agravan, la ignorancia crece, la miseria se expande. La misma esquizofrénica Humanidad, capaz de enviar instrumentos a un planeta para estudiar la composición de sus rocas, asiste indiferente a la muerte de millones de personas a causa del hambre. Se llega más fácilmente a Marte que a nuestro propio semejante.

Alguien no está cumpliendo con su deber. No lo están cumpliendo los gobiernos, porque no saben, porque no pueden, o porque no quieren. O porque no se lo permiten aquéllos que efectivamente gobiernan el mundo, las multinacionales y plurinacionales cuyo poder, absolutamente no democrático, ha reducido a casi nada lo que todavía quedaba del ideal de la democracia. Pero tampoco estamos cumpliendo con nuestro deber los ciudadanos que somos. Pensemos que ninguno de los derechos humanos podría subsistir sin la simetría de los deberes que les corresponden, y no es de esperar que los gobiernos realicen en los próximos 50 años lo que no hicieron en éstos que conmemoramos. Tomemos entonces, nosotros, ciudadanos comunes, la palabra. Con la misma vehemencia con que reivindicamos los derechos, reivindiquemos también el deber de nuestros deberes. Tal vez así el mundo pueda ser un poco mejor.

No olvido los agradecimientos. En Francfort, el día 8 de octubre, las primeras palabras que pronuncié fueron para agradecer a la Academia Sueca la concesión del Premio Nobel de Literatura. Di las gracias también a mis editores, a mis traductores y a mis lectores. A todos les vuelvo a dar las gracias. Y ahora también a los escritores portugueses y de lengua portuguesa, a los del pasado y a los de hoy; por ellos nuestras literaturas existen, yo soy sólo uno más que se les vino a unir. Dije aquel día que no nací para esto, pero esto me fue dado. Gracias, por tanto.

José Saramago

Escuchar: José Zeca Afonso, Grândola Vila Morena

miércoles, 16 de junio de 2010

Larga es la espera



Creemos el hombre nuevo
cantando.

El hombre nuevo de España
cantando.

El hombre nuevo del mundo
cantando.

Canto esta noche de estrellas
en que estoy solo, desterrado.

Pero en la tierra no hay nadie
que esté solo si está cantando.

Al árbol lo acompañan las hojas,
y si está seco ya no es árbol.

Al pájaro, el viento, las nubes,
y si está mudo ya no es pájaro.

Al mar lo acompañan las olas
y su canto alegre los barcos.

Al fuego, la llama, las chispas
y hasta las sombras cuando es alto.

Nada hay solitario en la tierra.
Creemos el hombre nuevo cantando.

Rafael Alberti
Canción 37

Pintura:
Caspar David Friedrich
Mujer ante el sol poniente, 1818

Escuchar:
Maria del Mar Bonet, Es fa llarg esperar

jueves, 10 de junio de 2010

Amin Maalouf, el Africano

Juan Carlos González
"Mi sabiduría ha vivido en Roma, mi pasión en El Cairo, mi angustia en Fez, y en Granada vive aún mi inocencia".

Así arranca León el Africano (la historia apasionante de un granadino musulmán, exiliado de Al Andalus tras la entrada en Granada de los Reyes Católicos), el primer gran éxito internacional del novelista Amin Maalouf, flamante Príncipe de Asturias de las Letras, del que el jurado destacó su infatigable defensa de la cultura y de la convivencia. Con un lenguaje intenso y sugerente, Maalouf escribe sobre el gran mosaico mediterráneo de lenguas, culturas y religiones para construir un espacio simbólico de encuentro y entendimiento.

Amin Maalouf es una de las voces más esclarecedoras de la cultura mediterránea, escritor de novelas y ensayos maravillosos sobre el mundo arábigo-musulmán, que defiende a la par la universalidad de los valores de la ciudadanía democrática y la riqueza de la diversidad cultural. Frente a los ultras de la pureza de sangre, Maalouf propone el mestizaje, la asunción de las muchas identidades con las que cargamos la inmensa mayoría.

"Otro que no sea yo debe hablar de 'raíces'... No es mi vocabulario. La palabra 'raíces' no me gusta, y la imagen todavía menos. Las raíces se hunden en la tierra, se retuercen en el fango, se propagan entre tinieblas; mantienen cautivo el árbol desde que nace y lo alimentan a cambio de un chantaje: 'Si te liberas, morirás".

A Maalouf, nacido en el Líbano y residente en Francia, le han otorgado el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, pero bien habrían podido concederle el de la Concordia. Pues de eso va su dilatada obra, de eso va su vida, en torno a eso gira su línea de pensamiento.

Hombre puente, decimos, que a su vez insta a los otros a que se conviertan en lazos, y que tanto en ficción como en ensayo (y antes, como periodista), busca en la diversidad ese instante mágico en que los distintos se mezclan.

Maalouf representa la tolerancia entre culturas, el diálogo entre opuestos, y una visión de la historia despojada de prejuicios o intencionadas ideologizaciones. Preconiza una escala de valores basada en la cultura: "Hoy en día", afirma, "el papel de la cultura es proporcionar a nuestros contemporáneos las herramientas intelectuales y morales que les permitan sobrevivir: nada menos".

"No procedo de ningún país, de ninguna ciudad, de ninguna tribu. Soy hijo del camino, caravana es mi patria y mi vida la más inesperada travesía".

Entrevista con Amin Maalouf: Occidente no respeta sus propios valores

Fuentes:
EL PAÍS.com

Dibujo: Amin Maalouf visto por Sciammarella

Fotografía: Juan Carlos González González, El descuido (Estambul)

Gracias a Olivo del Búho, allá donde esté, que me lo descubrió hace ya tanto tiempo...

miércoles, 9 de junio de 2010

Belle Epoque

Steinlen, Le chat noire gaudeamus

Sin quererlo expresamente, está siendo la semana de Théophile Alexandre Steinlen: él ha sido el encargado de decorar los dos últimos artículos de este blog y desde hace tiempo le debía un homenaje. Allá va.
Théophile Alexandre Steinlen (Lausana, 1859-París, 1923) fue un artista popular, protagonista de su época y testimonio de su tiempo. Es el artista por excelencia de la Belle Epoque surgida del Segundo Imperio y de la Comuna, que estalló cuando él tenía once años.

Reflejó en su obra el mundo del espectáculo, de los placeres, del cabaret, dibujó estilizados gatos y gallos, pero sobre todo plasmó el drama de la guerra y del proletariado.

Steinlen practicó la pintura pero, por encima de todo, fue uno de los protagonistas de las artes gráficas del paso del siglo XIX al XX, un momento en que se va consolidando el cartelismo, la prensa ilustrada y, en general, todo aquello relacionado con el papel impreso.


SteinlenSteinlen, Tournée du chat noirSteinlen

Su trayectoria se inicia en 1881 cuando llega al barrio de Montmartre del París cosmopolita. Entonces Montmartre era una fiesta y un centro cultural a la vez. Los cabarets y su entorno atraían a la aristocracia y a la burguesía bohemia ávida de diversión, pero también a los artistas y a los poetas. Porque el cabaret acabó por ser una plataforma de producción y difusión cultural; se transformó en un centro alternativo y emisor de la cultura viva. Ejemplo de ello es Le Chat Noir, cabaret pero también revista ilustrada subvencionada por el mismo empresario, para el cual Steinlen realizó carteles y colaboró como dibujante.

SteinlenSteinlen

Sin embargo la labor de Steinlen posee otras muchas facetas. Así, desarrolla una actividad importante en el ámbito de la publicidad y el cartelismo o en la ilustración de libros de bibliófilo. Una de las dimensiones más valoradas hoy en día es su vertiente como ilustrador de los conflictos sociales y políticos, faceta que curiosamente es paralela y convive con su actividad como publicista y otros trabajos ajenos a lo que podemos denominar sensibilidad social.

Como diría Baudelaire, Steinlen fue uno de esos cronistas de la pobreza y de la vida Steinlen, Le chemineauhumilde. Fue un pintor moderno, muy concienciado con su momento y decidido a tomar partido de la vida que le había tocado vivir, en un mundo que estaba cambiando y que necesitaba una nueva forma de verse y de ser expuesto, sin eludir aquellos aspectos que pudieran ser menos agradables.

En este sentido, la Gran Guerra, episodio muy importante en la vida de Steinlen refleja esa intención del artista por desmitificar la realidad que otros habían intentado enaltecer. La guerra es ahora el lugar deSteinlenl dolor y de la muerte, la causa de un gran sufrimiento. También cambia la mirada a la hora de mostrar a las mujeres en la intimidad de sus habitaciones, a los mendigos, a los obreros, a las lavanderas o a las prostitutas. Todos ellos constituyen la galería de personajes que más y mejor retrata Steinlen en su obra, convirtiéndolos en héroes anónimos.

No debemos pasar por alto otro de sus motivos favoritos: los gatos, en alusión al Montmartre más salvaje y a su identificación como emblema de la libertad. No en vano era el símbolo del cabaret de Chat Noir, inmortalizado en numerosos carteles y lugar de encuentro de artistas, que encontraría su continuidad en el modernismo catalán y en Els Quatre Gats, círculo en el que Steinlen era muy valorado.

Escuchar: Jacques Offenbach, Orfeo en los Infiernos

martes, 8 de junio de 2010

El viento

T. A. Steinlen

«¡Niña!, niña gentil, levanta tu cabeza; déjame en paz besar tu frente, en tanto que agito tus cabellos. Niña agentil, escúchame, que yo sé hablar también y te murmuraré al oído frases cariñosas.

Tengo miedo. ¡Aire de la noche, aire de perfumes, refresca mi frente, que arde! Dime algo que me infunda valor, porque mi espíritu vacila.

Yo soy el aire que mueven los ángeles con sus alas inmensas al cruzar por el espacio. Yo amontono en el Occidente las nubes que ofrecen al sol un lecho de púrpura, y traigo al amanecer, con las neblinas que se deshacen en gotas, una lluvia de perlas sobre las flores. Mis suspiros son un bálsamo; ábreme tu corazón y le inundaré de felicidad.

Suspiros del viento, yo os conozco. vosotros me acariciabais dormida cuando, fatigada del llanto, me rendía al sueño en mi niñez, y vuestro rumor se me figuraban las palabras de una madre que arrulla a su hija.

Yo vengo de vagar por la llanura, y como la abeja que vuelve a la colmena con su botín de perfumadas mieles, traigo suspiros de mujer, plegarias de niño, palabras de casto amor y aroma de nardos y azucenas silvestres. Yo no he recogido a mi paso más que perfumes y ecos de armonías; mis tesoros son inmateriales, pero ellos dan la paz del alma y la vaga felicidad de los sueños venturosos.

El agua lame la tierra, y vive en el cieno; yo discurro por las regiones etéreas, y vuelo en el espacio sin límites. Sigue los movimientos de tu corazón, deja que tu alma suba como la llama y las azules espirales del humo. Desdichado el que teniendo alas desciende a las profundidades para buscar oro, pudiendo remontarse a la altura para encontrar amor y sentimiento. Vive oscura como la violeta, que yo te treaeré en un beso fecundo el germen vivificante de otra flor hermana tuya, y rasgaré las nieblas para que no falte un rayo de sol que ilumine tu alegría. Vive oscura, vive ignorada, que cuando tu espíritu se desate, yo lo subiré a las regiones de la luz en una nube roja.»

Gustavo Adolfo Bécquer, El gnomo (fragmento)

Pintura: Théophile Alexandre Steinlen, Gato al claro de luna

Escuchar: Kansas, Dust in the wind

lunes, 7 de junio de 2010

Nadie es una isla


«¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece?
¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla?
¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe?
¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo?
Nadie es una isla, completo en si mismo.
Cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra.
Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.
La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente, nunca preguntes por quién doblan las campanas: doblan por ti.»

John Donne, Devociones para ocasiones emergentes (fragmento)

Pintura: Théophile-Alexandre Steinlen, La apoteosis de los gatos

Escuchar: The Byrds, Chimes of freedom

jueves, 3 de junio de 2010

La escritura del Dios

Sorpresa
El jaguar, yaguar o yaguareté (Panthera onca) es un carnívoro felino del género Panthera (junto con el león, el tigre y el leopardo) y la única de las cuatro especies actuales de este género que se encuentra en América. También es el mayor felino de América y el tercero del mundo, después del tigre (Panthera tigris) y el león (Panthera leo). Su distribución actual se extiende desde el norte de México y gran parte de Centroamérica hasta el Perú, Paraguay y el norte de Argentina. Exceptuando algunas poblaciones en Arizona, esta especie ya ha sido prácticamente extirpada de los Estados Unidos desde principios de la década de 1900. Actualmente, el jaguar es otra de las muchas especies amenazadas.

Se encuentra emparentado y se asemeja mucho en apariencia física al leopardo (Panthera pardus), pero generalmente es de mayor tamaño, cuenta con una Jaguarconstitución más robusta y su comportamiento y hábitat son más acordes a los del tigre (Panthera tigris). Es fundamentalmente solitario y también es un superdepredador que caza mediante emboscadas y tiene una mordedura excepcionalmente potente, lo que le permite perforar los caparazones de reptiles acorazados como las tortugas y utilizar un método poco habitual para matar: ataca directamente la cabeza de la presa entre las orejas para proferir un mordisco fatal que atraviesa el cráneo con sus colmillos alcanzando al cerebro.

A lo largo de la historia, el jaguar ha tenido un lugar prominente y ha sido objeto de culto en la mitología de numerosas culturas indígenas americanas, como los mayas y los aztecas. Los félidos fueron considerados como criaturas mágicas por muchas culturas en todo el mundo. El jaguar además de ser el felino más grande de América, destaca por su fortaleza, andar sigiloso, gran habilidad para la caza y notable velocidad, por lo que fue considerado con habilidades sobrenaturales y se le ha ligado a las prácticas de los chamanes, a distintos dioses y a rituales religiosos.

En el México precolombino, los guerreros jaguar (guerreros profesionales aztecas pertenecientes a las clases bajas), portaban pieles de jaguar sobre la espalda a modo de distintivo en la batalla. El jaguar simbolizaba el decimocuarto día de cada mes en el calendario mexicano. Para la civilización maya eran los intermediarios entre los vivos y los muertos, compañeros en el mundo espiritual y protectores de los palacios reales.


"El jaguar se mueve. Y suda belleza y misterio. En la moteada pelambre felina acaso se refugie, oculte, la escritura del dios, un mágico texto secreto cuyo descubrimiento y lectura puede dispensar poder ilimitado. Esta sospecha, esta religiosa y poética creencia, vive en el relato borgeano La escritura del dios. Borges imagina allí a un mago azteca que cae mancillado, humillado y derrotado, bajo el arrogante fuego español. Luego de la extinción del brillo de Tenochtitlán y de Moctezuma, el mago Tzinacán padece cautiverio. Oscuridad. La necesidad de apelar a alguna potencia mágica y divina para expulsar al sacrílego invasor. El mago recuerda entonces la antigua creencia: quizá el nombre secreto del dios duerme, secreto, velado, en la piel de un jaguar. Y un jaguar acompaña al mago en su cautiverio. Y entonces..."

En este relato la imaginación Jorge Luis Borges se sitúa en la cultura azteca, en la áspera región del Valle central de México, en la tierra americana, donde el jaguar, y no el tigre, brilla con especial fulgor. De todos modos, en el relato muchas veces jaguar y tigre son empleados como sinónimos ( una equivalencia que no suprime las diferencias específicas entre ambos pero que destaca su idéntica condición felina). El jaguar aquí, como el tigre siberiano, es entonces apertura hacia la percepción de energías universales. Si te animas a leerlo, percibirás la brisa de lo fantástico que convierte a un animal en mensajero del dios enigmático.

LA ESCRITURA DEL DIOS
La cárcel es profunda y de piedra; su forma, la de un hemisferio casi perfecto, si bien el piso (que también es de piedra) es algo menor que un círculo máximo, hecho que agrava de algún modo los sentimientos de opresión y de vastedad. Un muro medianero la corta; éste, aunque altísimo, no toca la parte superior de la bóveda; de un lado estoy yo, Tzinacán, mago de la pirámide de Qaholom, que Pedro de Alvarado incendió; del otro hay un jaguar, que mide con secretos pasos iguales el tiempo y el espacio del cautiverio. A ras del suelo, una larga ventana con barrotes corta el muro central. En la hora sin sombra se abre una trampa en lo alto, y un carcelero que han ido borrando los años maniobra una roldana de hierro, y nos baja en la punta de un cordel, cántaros Guerrero jaguarcon agua y trozos de carne. La luz entra en la bóveda; en ese instante puedo ver al jaguar.

He perdido la cifra de los años que yazgo en la tiniebla; yo, que alguna vez era joven y podía caminar por esta prisión, no hago otra cosa que aguardar, en la postura de mi muerte, el fin que me destinan los dioses. Con el hondo cuchillo de pedernal he abierto el pecho de las víctimas, y ahora no podría, sin magia, levantarme del polvo.

La víspera del incendio de la pirámide, los hombres que bajaron de altos caballos me castigaron con metales ardientes para que revelara el lugar de un tesoro escondido. Abatieron, delante de mis ojos, el ídolo del dios; pero éste no me abandonó y me mantuvo silencioso entre los tormentos. Me laceraron, me rompieron, me deformaron, y luego desperté en esta cárcel, que ya no dejaré en mi vida mortal.

Urgido por la fatalidad de hacer algo, de poblar de algún modo el tiempo, quise recordar, en mi sombra, todo lo que sabía. Noches enteras malgasté en recordar el orden y el número de unas sierpes de piedra o la forma de un árbol medicinal. Así fui revelando los años, así fui entrando en posesión de lo que ya era mío. Una noche sentí que me acercaba a un recuerdo preciso; antes de ver el mar, el viajero siente una agitación en la sangre. Horas después empecé a avistar el recuerdo: era una de las tradiciones del dios. Éste, previendo que en el fin de los tiempos ocurrirían muchas desventuras y ruinas, escribió el primer día de la Creación una sentencia mágica, apta para conjurar esos males. La escribió de manera que llegara a las más apartadas generaciones y que no la tocara el azar. Nadie sabe en qué punto la escribió, ni con qué caracteres; pero nos consta que perdura, Signo Océlotlsecreta, y que la leerá un elegido. Consideré que estábamos, como siempre, en el fin de los tiempos y que mi destino de último sacerdote del dios me daría acceso al privilegio de intuir esa escritura. El hecho de que me rodeara una cárcel no me vedaba esa esperanza; acaso yo había visto miles de veces la inscripción de Qaholom y sólo me faltaba entenderla.

Esta reflexión me animó, y luego me infundió una especie de vértigo. En el ámbito de la tierra hay formas antiguas, formas incorruptibles y eternas; cualquiera de ellas podía ser el símbolo buscado. Una montaña podía ser la palabra del dios, o un río o el imperio o la configuración de los astros. Pero en el curso de los siglos las montañas se allanan y el camino de un río suele desviarse y los imperios conocen mutaciones y estragos y la figura de los astros varía. En el firmamento hay mudanza. La montaña y la estrella son individuos, y los individuos caducan. Busqué algo más tenaz, más invulnerable. Pensé en las generaciones de los cereales, de los pastos, de los pájaros, de los hombres. Quizá en mi cara estuviera escrita la magia, quizá yo mismo fuera el fin de mi busca. En ese afán estaba cuando recordé que el jaguar era uno de los atributos del dios.

Entonces mi alma se llenó de piedad. Imaginé la primera mañana del tiempo, imaginé a mi dios confiando el mensaje a la piel viva de los jaguares, que se amarían y se engendrarían sin fin, en cavernas, en cañaverales, en islas, para que los últimos hombres lo recibieran. Imaginé esa red de tigres, ese caliente laberinto de tigres, dando horror a los prados y a los rebaños para conservar un dibujo. En la otra celda había un jaguar; en su vecindad percibí una confirmación de mi conjetura y un secreto favor.

Dediqué largos años a aprender el orden y la configuración de las manchas. Cada ciega jornada me concedía un instante de luz, y así pude fijar en la mente las negras formas que tachaban el pelaje amarillo. Algunas incluían puntos; otras formaban rayas Jaguar  prehispánicotrasversales en la cara interior de las piernas; otras, anulares, se repetían. Acaso eran un mismo sonido o una misma palabra. Muchas tenían bordes rojos.

No diré las fatigas de mi labor. Más de una vez grité a la bóveda que era imposible descifrar aquel testo. Gradualmente, el enigma concreto que me atareaba me inquietó menos que el enigma genérico de una sentencia escrita por un dios. ¿Qué tipo de sentencia (me pregunté) construirá una mente absoluta? Consideré que aun en los lenguajes humanos no hay proposición que no implique el universo entero; decir el tigre es decir los tigres que lo engendraron, los ciervos y tortugas que devoró, el pasto de que se alimentaron los ciervos, la tierra que fue madre del pasto, el cielo que dio luz a la tierra. Consideré que en el lenguaje de un dios toda palabra enunciaría esa infinita concatenación de los hechos, y no de un modo implícito, sino explícito, y no de un modo progresivo, sino inmediato. Con el tiempo, la noción de una sentencia divina parecióme pueril o blasfematoria. Un dios, reflexioné, sólo debe decir una palabra, y en esa palabra la plenitud. Ninguna voz articulada por él puede ser inferior al universo o menos que la suma del tiempo. Sombras o simulacros de esa voz que equivale a un lenguaje y a cuanto puede comprender un lenguaje son las ambiciosas y pobres voces humanas, todo, mundo, universo.

Un día o una noche -entre mis días y mis noches ¿qué diferencia cabe?- soñé que en el piso de la cárcel había un grano de arena. Volví a dormir; soñé que los granos de arena eran tres. Fueron, así, multiplicándose hasta colmar la cárdel, y yo moría bajo ese hemisferio de arena. Comprendí que estaba soñando: con un vasto esfuerzo me desperté. El despertar fue inútil: la innumerable Jaguararena me sofocaba. Alguien me dijo: "No has despertado a la vigilia, sino a un sueño anterior. Ese sueño está dentro de otro, y así hasta lo infinito, que es el número de los granos de arena. El camino que habrás de desandar es interminable, y morirás antes de haber despertado realmente."

Me sentí perdido. La arena me rompía la boca, pero grité: "Ni una arena soñada puede matarme, ni hay sueños que estén dentro de sueños." Un resplandor me despertó. En la tiniebla superior se cernía un círculo de luz. Vi la cara y las manos del carcelero, la roldana, el cordel, la carne y los cántaros.

Un hombre se confunde, gradualmente, con la forma de su destino; un hombre es, a la larga, sus circunstancias. Más que un descifrador o un vengador, más que un sacerdote del dios, yo era un encarcelado. Del incansable laberinto de sueños yo regresé como a mi casa a la dura prisión. Bendije su humedad, bendije su tigre, bendije el agujero de luz, bendije mi viejo cuerpo doliente, bendije la tiniebla y la piedra.

Entonces ocurrió lo que no puedo olvidar ni comunicar. Ocurrió la unión con la divinidad, con el universo (no sé si estas palabras difieren). El éxtasis no repite sus símbolos: hay quien ha visto a Dios en un resplandor, hay quien lo ha percibido en una espada o en los círculos de una rosa. Yo vi una Rueda altísima, que no estaba delante de mis ojos, ni detrás, ni a los lados, sino en todas partes, a un tiempo. Esa Rueda estaba hecha de agua, pero también de fuego, y era (aunque se veía el borde) infinita. Entretejidas, la formaban todas las cosas que serán, que son y que fueron, y yo era una de las hebras de esa trama total, y Pedro de Alvarado, que me dio tormento, eraJorge Luis  Borges otra. Ahí estaban las causas y los efectos, y me bastaba ver esa Rueda para entenderlo todo, sin fin. ¡Oh dicha de entender, mayor que la de imaginar o la de sentir! Vi el universo y vi los íntimos designios del universo. Vi los orígenes que narra el Libro del Común. Vi las montañas que surgieron del agua, vi los primeros hombres de palo, vi las tinajas que se volvieron contra los hombres, vi los perros que les destrozaron las caras. Vi el dios sin cara que hay detrás de los dioses. Vi infinitos procesos que formaban una sola felicidad, y, entendiéndolo todo, alcancé también a entender la escritura del tigre.

Es una fórmula de catorce palabras casuales (que parecen casuales), y me bastaría decirla en voz alta para ser todopoderoso. Me bastaría decirla para abolir esta cárcel de piedra, para que el día entrara en mi noche, para ser joven, para ser inmortal, para que el tigre destrozara a Alvarado, para sumir el santo cuchillo en pechos españoles, para reconstruir la pirámide, para reconstruir el imperio. Cuarenta sílabas, catorce palabras, y yo, Tzinacán, regiría las tierras que rigió Moctezuma. Pero yo sé que nunca diré esas palabras, porque ya no me acuerdo de Tzinacán.

Que muera conmigo el misterio que está escrito en los tigres. Quien ha entrevisto el universo, quien ha entrevisto los ardientes designios del universo, no puede pensar en un hombre, en sus triviales dichas o desventuras, aunque ese hombre sea él. Ese hombre ha sido él, y ahora no le importa. Qué le importa la suerte de aquel otro, qué le importa la nación de aquel otro, si él, ahora, es nadie. Por eso no pronuncio la fórmula, por eso dejo que me olviden los días, acostado en la oscuridad.

Fuentes: Wikipedia, Temakel

Pintura: Henri Rousseau, Sorpresa

Escuchar: Antón García Abril, El hombre y la tierra