Hay polémica estos días con el divino Bunbury; lo acusan de apropiación indecente por titular el primer single de su nuevo trabajo con un verso del poeta madrileño Pedro Casariego Córdoba: "Soy el hombre delgado que no flaqueará jamás."
Además incluye en la misma canción otras dos frases que pertenecen a Casariego con ligeros retoques, todo sin mencionar la fuente: "Lucharé contra todos los que digan lo que yo digo" y "Veo misterios en algunas mujeres y detectives en algunos hombres". Qué bonito... (los versos, no Bunbury, porque una coincidencia no puede ser, digo yo.).
Lo bueno es que gracias a esto ha salido del anonimato un poeta conocido hasta ahora sólo por una minoría. Después de leer esos versos fabulosos me he lanzado a buscar información sobre Pe Cas Cor (es así como firmaba) y me entero de que es un poeta de culto, con un aura mítica por su obra, talento y personalidad, entre maldito y marginal.
Pedro Casariego Córdoba nació en Madrid en 1955. Se dedicó a la literatura entre 1974 y 1986 como una manera de escribir música con palabras. Dejó de escribir porque creía que había demasiados poetas y él ya lo había dicho todo. Luego se dedicó a la pintura hasta su suicidio en 1993, arrollado por un tren hambriento.
Lo he descubierto hoy así que no he tenido tiempo de leer mucho, y me ha parecido, en general, críptico y difícil, uno de esos escritores que nos piden que nos esforcemos: no importa, presiento que valdrá la pena.
Sonríe
o te contaré el final de todas las
películas de interés en menos de medio
minuto.
Tengo 25 años.
Si te revelo
este secreto de calendario
es para que comprendas
que estoy doblando una curva
y que tú puedes estar después de la curva
haciendo auto-stop.
Soy un hombre puro y huraño
pero no soy amigo de Dios.
Reconozco, sin embargo,
que me gustaría hacerme una foto con Él,
aunque sólo fuera para salir en el periódico
y dejarte boquiabierta a ti.
Hay / muchos / mundos / pero yo no / estoy / en ninguno. /
¿Sabré / morir? / Vivir no he / sabido..."
Falsearé la leyenda y ésta me pertenecerá,
poseeré los campos de maíz y los quejidos sin motivo,
dividiré el tesoro del pirata para llevármelo entero,
y, llegado el momento,
cuando las ilusiones ahoguen el desengaño,
nada quedará sin ser devuelto
y mi alma os alegrará con una sonrisa.
Nuestras palabras
nos impiden hablar.
Parecía imposible
nuestras propias palabras.
Esta vida / demasiado / plácida / me / extingue. /
Estas horas / solemnes / sofocan los incendios /
imprudentes/ y los papeles / en llamas. /
Ansío el / terremoto particular / que alguien /
me ha / prometido. /
Soy el hombre / delgado / que no flaqueará / jamás.
Foto: Sandy Skoglund
Dibujo y poemas: Pedro Casariego Córdoba
Escuchar: Antonio Vega, Tuve que correr
jueves, 25 de septiembre de 2008
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