lunes, 22 de marzo de 2010
La constelación perdida
Desde la más remota antigüedad, el ser humano ha intentado racionalizar todo lo que le rodea, y tal vez para ahuyentar el miedo a la noche, los antiguos miraron al cielo buscando algo familiar, que siempre estuviera ahí acompañándolos. Así surgirían las constelaciones, que son las figuras que se forman al unir con líneas imaginarias un grupo de astros situados visualmente cerca, aunque en realidad se encuentren muy alejados entre sí.
Cada civilización creó sus propias constelaciones, relacionadas sobre todo con lo más cercano a ellos, y así los pueblos de cazadores veían armas o trampas; los agricultores, plantas; los pastores, animales, etc... Poco a poco, se fue creando todo un sistema que dio origen a la astronomía, y cuya función primordial en aquellos tiempos fue la de servir de guía a los viajeros y navegantes. Parece ser que mediante los contactos comerciales, la ciencia astronómica pasó de los acadios a los sumerios, asirios y babilónicos, y de éstos a los cretenses, Egipto y Grecia.
En Grecia se reelaboró toda la ciencia astronómica heredada de las civilizaciones antiguas, y se empezó a catalogar los objetos celestes. Tolomeo (100-178 d. de C.), en su Almagesto, cataloga por primera vez 48 constelaciones. Pero aún quedaba mucho “espacio vacío”, y en los sucesivos siglos se fueron añadiendo constelaciones.
No obstante, las 58 constelaciones que había hasta esa fecha pertenecían todas al cielo boreal (norte del Ecuador), pero no había ninguna catalogada en el cielo austral (al sur del Ecuador). En 1603 se incluyeron 12 nuevos grupos de estrellas pertenecientes al cielo austral, que fueron observadas y estudiadas en un viaje por los mares del Sur realizado ex profeso para la ocasión.
En el año 1922, la Asamblea General de la Unión Astronómica Internacional (UAI) aprobó la lista de las 88 constelaciones que hay actualmente. No cabe duda de que se trata de un catálogo totalmente europeizado, ya que no se han tenido en cuenta las constelaciones creadas en otras culturas, sino que se basa en los registros griegos y europeos.
Pero en los siglos XVII y XVIII se crearon otras constelaciones que no han llegado a formar parte de las oficiales.
Como dato curioso, cabe destacar que los círculos eclesiásticos intentaron cambiar los nombres de las divinidades paganas por otros cristianos. Por ejemplo, el Sol pasaría a llamarse Jesucristo, la Luna sería la Virgen María, Aries se llamaría Apóstol Pedro, Piscis sería el Apóstol Mateo, Venus se llamaría Juan el Bautista, etc... Los astrónomos, por supuesto, se opusieron firmemente a esta reforma, y más que ellos los propios religiosos, que preveían un lenguaje impío en la jerga astronómica, cuando alguien dijera por ejemplo que “Jesucristo ha sido eclipsado por la Virgen María”.
Entre toda esta maraña de nombres y constelaciones destaco una por su relación con los gatos. En 1798, el astrónomo francés Joseph-Jérôme LeFrançais de Lalande (1732-1807) dio nombre a la constelación Felis (el Gato en latín), situada en los cielos del hemisferio austral. Era un gran amante de estos felinos, y según sus palabras: “Yo amo a los gatos, los adoro, y espero que después de sesenta años dedicados a la astronomía me perdonen el haber puesto uno en el cielo”.
En 1801 apareció la constelación del Gato por primera vez en un atlas estelar, el de J.E. Bode (ver imagen inicial: el dibujo es horrible ¡parece una rata!), y también Angelo Secchi hizo lo propio en 1878, pero luego nadie más volvió a mencionarla, hasta que fue eliminada por la Asamblea General de Astrónomos de 1922 junto con otras 26 constelaciones.
Felis contenía estrellas de otras constelaciones: Pyxis (Brújula), Hydra (Hidra) y Antlia (Máquina Hidráulica o Bomba de Aire). Por sus muchas contribuciones a la astronomía (de las que la constelación del Gato fue sólo algo casi nimio), un cráter lunar fue bautizado con su nombre: el cráter Lalande.
De todas formas, los aficionados a los felinos tenemos la nebulosa del Ojo de Gato y a tres miembros de la familia en los cielos: Leo (el León), Leo Minor (León Menor) y Lynx (el Lince).
Pintura: Jean-Honoré Fragonard, Joseph-Jerome Lefrancois Lalande
Escuchar: The Beatles, Across the Universe
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4 comentarios:
Pues que pena que quitaran la constelacion del gato.
Que guapos los niños, por cierto que te tengan que esperar muchos años en el paraiso.
Un beso cosmico, guapa
Ya ves, esos listos haciendo y deshaciendo la quitaron. Gracias por la foto de mis niños, no tiene poco mérito teniendo en cuenta lo poco que les gusta posar, ya sabes :-) Un beso cósmico, guapo.
Ya he votado el blog, y además he consultado el Tarot de Cati jejeje
Bello espacio en verdad.
Cariños para la artista (tu)
Ro
Gracias, Ro, viniendo de ti es todo un halago. Espero que los astros te sean propicios. Un beso.
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