martes, 28 de septiembre de 2010
El arca de Picasso
"En mis cuadros, pongo todas las cosas que me son queridas. Para mí, es muy triste que un pintor al que le gustan las mujeres rubias no se decida a meterlas en su cuadro ¡porque no le hacen juego con el frutero! ¡Y qué miseria la de un pintor que odiase las manzanas, pero que se sirviera de ellas con profusión, porque le hacen juego con la alfombra que está pintando! ¿Puede una mujer que no fuma pintar una pipa? ¡Sería monstruoso! En mis cuadros, aparecen las cosas que yo amo. Y cómo luego ellas casan entre sí, es su problema; allá ellas, que se las arreglen como puedan".
Picasso amaba a los animales; en realidad, los adoraba. En todas las épocas de la pintura de Pablo (la azul, la rosa, la cubista, la realista, la expresionista y la informal) aparecen animales; a veces son protagonistas del cuadro, en otras ocasiones figuran como actores significativos e indispensables, y no como mero acompañante del hombre.
En Bateau-Lavoir tuvo tres gatos siameses, un perro, un macaco y una tortuga; en el cajón de la mesa habitaba un ratón blanco domesticado. Le gustaba el burro de un amigo suyo, que un día coceó su paquete de tabaco; le encantaba el cuerpo amaestrado de un conejo llamado Agile y lo pintó (en "La mujer con cuervo") con la hija de un amigo. En el estudio de Vallauris tenía una cabra; en el de Cannes, un mono.
En cuanto a perros, ni un día vivió privado de su compañía. Ya de joven se presentaba habitualmente paseándose con un can. En Montrouge, tenía dos molosos; luego se hizo con un fox terrier. Sus perros se llamaron Frika, Elft, Kazbek. Siempre deseó tener un gallo en casa y una cabra; soñó con disponer de un tigre. Si dependiera sólo de él, hubiera estado rodeado siempre de una verdadera arca de Noé.
Desde su época de aprendiz de pintor, junto con los primeros tiempos en Barcelona, hasta los últimos cuadros, palomas, perros, toros, caballos,... son pintados continuamente con amor, con un significado que brota no por el simple hecho decorativo de la composición, sino como asunto definitorio y complementario del cuadro.
Y cómo no, también Picasso pintó no pocos gatos, pero no animales de lujo, de esos que ronronean sobre el sofá de un salón, sino felinos callejeros, felinos pendencieros con los pelos erizados mientras cazan pájaros, mientras vagabundean y corren por las calles como demonios...
Pintó muchos retratos de sus parejas y amigos con gatos y, además del Guernica, otro ejemplo de obra que, por su fuerza interna, deja un cruento testimonio de la guerra, la barbarie y el sufrimiento es "Gato devorando un pájaro", que realizó en 1939, afectado por los acontecimientos bélicos en España y por el inminente estallido de la II Guerra Mundial.
"Te miran con ojos indómitos, dispuestos a saltar sobre uno. ¿Y no es verdad que las gatas en libertad están siempre preñadas? Se ve que no piensan más que en el amor".
Fuente: Revistas Culturales
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Etiquetas:
Bellas artes,
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