jueves, 19 de agosto de 2010
Eran unos críos: Robert
“Yo estaba durmiendo cuando él murió”, escribe Patti Smith en el prólogo de “Éramos unos niños”, la historia de dos seres unidos por su amor por el arte, que fueron capaces de sobreponerse a situaciones complejas (ella, un embarazo temprano; él, la homosexualidad que reprimía) y canalizar a través de poemas, pinturas, fotografías y canciones todo eso que latía dentro de ellos.
“Éramos unos niños” es, además, la crónica del despertar de Mapplethorpe como gay y como fotógrafo. A Mapplethorpe le costó más “llegar” que a Patti, porque sólo pasó a centrarse en la fotografía cuando le regalaron una Polaroid que también tenía negativo. Hasta entonces se dedicaba al cine independiente y como artista, usaba fotografías en collages e instalaciones; fue Patti quien le insistió para que le prestara atención a la fotografía.
Mientras Patti recitaba poesía y formaba un grupo de rock, Mapplethorpe, mientras tanto, había comenzado a desarrollar sus imágenes sadomasoquistas: “Robert no era un mirón –-asegura la cantante en Eramos unos niños–. Siempre decía que tenía que participar de una forma auténtica en las obras que surgían de su interés por el sadomasoquismo, que no había fotografías por sensacionalismo ni se atribuía la misión de contribuir a la aceptación social del sadomasoquismo. No creía que debiera aceptarse y nunca pensó que su mundo clandestino fuera para todos.”
Robert se hizo célebre por sus fotografías blanco y negro de gran formato, especialmente flores y desnudos. El contenido sexual de algunos de sus trabajos, calificados de pornografía, generó más de una polémica durante su carrera, incluso después de su muerte.
"Nunca me gustó la fotografía, no la fotografía en sí. Me gusta el objeto. Me gustan las fotos cuando las tienes en la mano". Sus primeras polaroids consisten en autorretratos y la primera de una serie de retratos de su amiga Patti Smith. Estas primeras obras fotográficas se presentaban generalmente en grupos o elaboradamente presentadas en marcos cuyas formas y pinturas eran tan importantes para el acabado de la pieza como la propia fotografía. El paso de Mapplethorpe a la fotografía como único medio de expresión ocurrió gradualmente durante mediados de los años setenta.
A mediados de la década de 1970, adquirió una cámara Hasselblad de formato medio y comenzó a tomar fotografías de un amplio círculo de amigos y conocidos, incluidos artistas, compositores, y gente de la alta sociedad, así como actores pornográficos y miembros de la comunidad sadomasoquista underground. Algunas de estas fotos fueron impactantes por su contenido, pero exquisitas en su dominio técnico. Mapplethorpe declaraba a finales de 1988, "no me gusta esa palabra, "chocante". Yo busco lo inesperado. Busco cosas que nunca he visto antes ... Estaba en una posición en que podía tomar las fotos. Me sentí en la obligación de hacerlo".
En la década de 1980 se refina su estética, realizando fotografías de desnudos de aspecto escultural, tanto de hombres como de mujeres, delicados bodegones de flores, y retratos de artistas y celebridades con un énfasis en la belleza formal clásica. Mapplethorpe continuó desafiando la definición de fotografía mediante la introducción de nuevas técnicas y formatos para su obra: polaroids en color, fotograbado, platino impreso en papel y lino, Cibachomes e impresiones de tinta de color transferida, así como sus anteriores impresiones de gelatina de plata en blanco y negro.
Mapplethorpe produjo una obra consistente que se esforzaba por el equilibrio y la perfección, lo que le colocó entre los principales artistas del siglo XX. Aproximadamente un año antes de su muerte, ya enfermo, Mapplethorpe ayudó a fundar la Robert Mapplethorpe Foundation, Inc. Su visión de la Fundación era que sería "el vehículo apropiado para proteger su trabajo, para avanzar en su visión creativa, y para promover las causas que le importaban". Desde su muerte, la Fundación no sólo ha funcionado como su patrimonio oficial y ayudado a promover su trabajo en todo el mundo, también ha recaudado y donado millones de dólares para financiar la investigación médica en la lucha contra el sida.
“Robert supo que tenía sida al mismo tiempo que yo descubrí que estaba encinta de mi segundo hijo”. “Era 1986, finales de setiembre, y los perales estaban cargados de fruta”, recuerda ella.
Cuando recibió la noticia de que su amigo estaba internado, Patti quedó “aturdida”. “Me puse la mano en la barriga de forma instintiva y empecé a llorar.” Sus últimos encuentros, las últimas polaroids, la certeza de que él iba a morir, la última imagen de él, tan parecida a la primera: “un joven dormido bañado de luz, que abrió los ojos y sonrió con complicidad a una persona que jamás había sido una desconocida”.
Etiquetas:
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1 comentario:
Magnifico fotografo, me gustan este tipo de articulos.
Felicidades, un beso
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