miércoles, 18 de agosto de 2010
Eran unos críos: Patti
Patti Smith sigue creyendo que la gente tiene el poder de cambiar las cosas. La madrina del punk, acaba de publicar la autobiográfica "Éramos unos niños" ("Just kids"). Después de 20 años, ha podido cumplir la promesa que hizo a Robert Mapplethorpe antes de morir: contar ella misma la historia del encuentro casual y crucial de dos "críos" a finales de los 60, que llegaron a convertirse en dos grandes artistas.
“Fue el verano en que murió Coltrane. El verano de Crystal Ship. Los hippies alzaron sus brazos vacíos y China hizo detonar la bomba de hidrógeno. Jimi Hendrix prendió fuego a su guitarra en Monterrey. AM Radio retransmitió Ode to Billie Joe. Hubo disturbios en Newark, Milwaukee y Detroit. Fue el verano de la película Elvira Madigan, el verano del amor. Y en aquel clima cambiante e inhóspito, un encuentro casual cambió el curso de mi vida. Fue el verano en que conocí a Robert Mapplethorpe”.
A principios del otoño de 1967, Patti Smith y Robert Mapplethorpe se sentaban juntos en un rincón de Washington Square, en Nueva York. Por aquel entonces no le conocía nadie, pero ya tenían unas hipnóticas pintas muy raras, sobre todo ella. Una pareja de turistas empezaron a discutir sobre ellos. La mujer quería sacarles una foto porque le parecían «artistas». El hombre dijo que no eran más que unos chicos («just kids»).
Se ha dicho que este libro es un monumento a la inocencia. No sólo a la de Smith y Mapplethorpe, sino a la de toda una generación que aprendió a pedir lo imposible y a imaginar lo maravilloso -o lo terrible- de la mano de esa bandada de artistas que a finales de los 60 aterrizaron en el Village neoyorquino y cuyas voces aún resuenan profundamente.
Patti Smith, la niña enfermiza que tenía alucinaciones (visiones que recogería en un diario y que serían el origen de su poesía), educada en el seno de una familia de padre ateo y madre testigo de Jehová, ha hecho que su vida y obra estén recorridas por un fuerte misticismo, una doble visión de Dios, entre lo profano y lo sagrado; en la escuela de arte, un profesor la introdujo en el concepto del artista criminal y la acercaría a quienes serían dos grandes influencias para ella: Jean Genet y Arthur Rimbaud, artistas fuera de la ley, vagabundos que mezclaban el arte y el pecado ("Ya no quiero ir al cielo, si no hay arte allí").
Cambió a Dios por Rimbaud y siguiendo su estela y la de Jim Morrison, se fue primero a París y luego a Nueva York, y así seguir el mismo camino de ídolos suyos contemporáneos como Jim Morrison o Bob Dylan.
Antes de conocerlos, Bob Dylan, Mick Jagger, Keith Richards o Jean Genet, ya se encontraban entre sus amigos imaginarios. Lloró la muerte de Jimi Hendrix y Brian Jones como si fueran íntimos. Y entre sus ídolos se encontraban gente tan dispar como Andy Warhol o el presentador de TV Johnny Carson. Patti Smith lo reconoce: "Estoy envuelta en la vida de mis héroes. En mis canciones, en mi poesía. Les he dedicado poemas a Edie Sedgwick, a Marianne Faithfull, a Frank Sinatra". Es imposible enumerar las canciones inspiradas en sus héroes: cada una de ellas nació gracias a una musa. (En este texto encontrado en Internet, "Patti Smith da una fiesta", pueden leerse algunos de los grandes amigos e influencias de la cantante).
Patti devoraba las biografías románticas sobre la vida de los artistas, y tenía ganas de encontrar a un artista joven, ser su amante y cuidarlo. Cuando llega a Nueva York trabajaba en una librería y se sacaba un dinero extra posando desnuda para los estudiantes del Pratt Institute of Art. Allí conoció a Robert Mapplethorpe. Tenía diecinueve años y le pareció hermoso. A los pocos segundos de verse Patti ya sabía que iban a ser amigos, amantes y compañeros. Mapplethorpe estaba fascinado con esa chica delgada, mística y un poco loca, y se fueron a vivir juntos. Vivieron en la habitación 1017 del Hotel Chelsea, donde también se hospedaron otros célebres personajes de la factoría Warhol.
"Hola, me llamo Patti Smith y tengo a mi amigo Robert Mapplethorpe esperando fuera. Usted no nos conoce, pero le aseguro que algún día seremos estrellas... El único problema es que no tenemos dinero..."
Fue en el Hotel Chelsea donde sellaron un pacto de sangre: seguir juntos hasta que los dos fueran suficientemente fuertes como para caminar por separado.
Robert aún pintaba y Patti escribía pequeños versos en sus dibujos y collages. Fue Patti quien le animó a que hiciera sus propias fotografías, ella fue la modelo de sus primeras fotos. Patti que, emulando a sus amigos Ginsberg y Burroughs, pensaba más en la poesía, aunque aspiraba a ser una artista global, transformó sus poemas en canciones, y gracias a la influencia de Mapplethorpe, "que hizo que confiara en mi potencial como artista", llegó hasta los escenarios del rock. De él aprendió de él la disciplina necesaria para llevar a cabo su trabajo.
En nada eran inseparables. Se acostaban juntos e iban juntos a los museos cuando sólo podían pagar una entrada: uno se quedaba esperando en la calle a que el otro entrara, viera la exposición y luego le contara. Lo mismo con los perritos calientes. Se compraban uno para los dos.En el libro hay escenas que, como sugiere la crítica, recuerdan a Hansel y Gretel: Patti y Robert compartiendo láminas de papel y lápices de colores y pintando juntos hasta las tantas de la noche, hasta la extenuación del cuerpo o de la fantasía.
Robert presentó a Patti a sus padres y les dijo que se casarían, incluso le llegó a regalar un anillo de compromiso, pero la pareja sexualmente no funcionaba, y Patti, que lo consideraba más como una relación fraternal, había comenzado una relación con el escritor Sam Sephard. Robert le lanzó un ultimátum: "Si te alejas de mí, me haré gay". Y aunque volvieron a vivir bajo el mismo techo, ella se fue con Sam Shepard y él con el que sería su mentor y amante Sam Wagstaff.
Tarde o temprano hubo que vivir la vida, claro. Cada uno siguió su camino. Ella devino una gran rockera de fascinante vida durísima, que incluyó enviudar del único hombre que fue capaz de darle paz, y recluirse al fondo de la América profunda para soportarlo. Apenas hace unos pocos años que renació de sus cenizas. Mapplethorpe revolucionó la fotografía, el orgullo gay y casi la expresión visual del sadomaso, en una evolución artística que la misma Patti Smith dice que no entiende -aunque la admira- dada su «brutalidad».
Patti ya tenía dos libros de poemas publicados, cuando empezó a acompañarse en sus lecturas por el guitarrista Lenny Kaye. Sus recitales se parecían cada vez más a conciertos de rock, y así Patti va formando poco a poco su banda, la Patti Smith Group. Quería hacer algo parecido a lo que hicieron Jimi Hendrix y sobre todo Jim Morrison en los 60, y que el rock de los 70 estaba perdiendo.
“Inicialmente, todo lo que quería de la vida era comunicarme conmigo misma, pero más que nada, ser capaz de comunicarme honestamente con otra persona, totalmente... totalmente. Telepáticamente, o lo que sea. No tengo deseos de ser como alguna estrella de cine y dejar una hilera de maridos detrás mío, ¿sabes? No quiero llenar de mierda a la gente, y no quiero tampoco que me llenen de mierda. No me gusta un tipo de adoración abstracto, tipo vaca sagrada, sin razón alguna. Pero he dicho a menudo, y todavía, encuentro que es el mejor modo de describirlo; es como un muy extático, un tipo de vampirismo mutuo el que tienes que tener con la gente”.
Horses, su album debut en 1975, con la producción de John Cale, es considerado uno de los mejores discos de la historia del rock y el inicio del movimiento punk en EE.UU., junto con Television y Los Ramones.
La tapa del disco es una foto mítica, tomada por Robert Mapplethorpe, donde Smith no es hombre ni mujer. “Cuando ahora la miro, no me veo nunca a mí. Nos veo a los dos”, dice Patti. Ninguna mujer había llevado a ese terreno el concepto de androginia. Las estrellas de rock, si eran chicas, tenían que ser sexys. Patti adoptaba todo el ideario punk con un discurso contestatario, especialmente en lo referente a los estereotipos de género. ("Aspiraba a lo que esta imagen contaba, que era una mujer vestida con ropa de hombre con mucho misterio, mucha confianza, actitud y carácter. La vi y pensé: ´Así quiero ser cuando crezca´", dijo a propósito de esta foto la cantante KT Tunstall).
"No considero que escribir sea un acto silencioso, introspectivo. Es un acto físico. Cuando estoy en casa, con mi máquina de escribir, me vuelvo loca. Camino como un mono. Me humedezco. Tengo orgasmos. En vez de inyectarme heroína, me masturbo catorce veces seguidas. Tengo visiones. Naves descendiendo sobre las pirámides aztecas. Templos. Así es como escribo mi poesía".
El disco empezaba con "Gloria", la canción de Van Morrison, y un verso inolvidable: "Jesus Died for Somebody's Sins but not Mine..." (Jesús murió por los pecados de alguien, pero no por los míos), cantada desde un punto de vista masculino, lo que la convertía en un himno sáfico. Este discazo inclasificable, combina el rock con delirios poéticos de un forma que nadie más podía hacer. Después publicó "Radio Ethiopia", en 1976, donde seguía mezclando el lenguaje religioso con el rock'n'roll, mezclando visiones de rebelión adolescente con plegarias, o relatando historias de comunión espiritual con vagabundos y ladrones.
Cuando estaba presentando este álbum, en Florida en enero de 1977, se cayó del escenario y se rompió dos vértebras del cuello. "Estaba haciendo mi número más intenso, Ain't it Strange, una canción donde desafío a Dios, le pido que me hable, canto: Mano de Dios, siento tu dedo, pero no me marea, soy un torbellino, pero no caigo. Y caí". Para Smith, fue un mensaje divino, una respuesta de Dios.
"Robert me fotografió cuando cumplí cuarenta, mientras grababa Dream of Life. Me hizo sostener una mariposa azul, el símbolo de la transformación. El invierno siguiente tomó nuestro retrato familiar en su estudio de Nueva York, la última vez que fui fotografiada por mi amigo. Poco después, Robert nos visitó cuando grabamos la canción para mi hijo, The Jackson Song. No estaba bien, y se acostó en un sofá en el estudio. Tocamos la canción dos veces. La segunda fue lo mejor que pudimos hacer... Yo miré a través del vidrio y vi a Robert, durmiendo, lleno de paz. Fred estaba parado a su lado, llorando en silencio".
El episodio del accidente fue el principio de su retiro para formar una familia que duraría hasta 1996, año en que se quedaría viuda de Fred Sonic y perdería a algunas de las personas más importantes de su vida. Sólo abandonó su vida monástica en 1988, cuando editó un disco de pequeña tirada, Dream of Life, grabado durante la agonía de Robert Mapplethorpe, antes de que éste muriera de sida en 1989.
“¿Por qué no puedo escribir algo que resucite a los muertos? Ese es mi afán más hondo”...
Fotografías de Patti: Robert Mapplethorpe, Annie Leibovitz
Fotografías de Patti y Robert: Gerard Malanga, Norman Seeff
Fuente: La Diosa
Etiquetas:
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3 comentarios:
Te lo has currado un monton, las fotografias son muy buenas, muchas felicidades. Yo comparto con Patti la teoria de que las personas tienen el poder de cambiar las cosas.
Un beso.
me parece que no entendiste
robert no se hizo gay porque ella estaba con sid
No lo digo yo, lo dijo él, pero obviamente, no era esa la razón. Saludos.
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