Igual que Picasso no expuso todos los cuadros que pintó, Juan Ramón Jiménez no publicó todos los libros que escribió. Si el primero marcó la historia del arte del siglo XX, el segundo, igual de torrencial que su paisano, marcó la de la literatura.
Ya pasó el tiempo en que el premio Nobel de 1956, que murió exiliado en Puerto Rico, era ninguneado en su patria. Para unos no era más que el autor de "Platero y yo" ("Lo escribí a los 24 años y ninguno de sus capítulos me llevó más de diez minutos"), el libro en prosa más vendido de la literatura española después del Quijote.
Ya era hora de desmentir algunos prejuicios y etiquetas sobre si Juan Ramón era huraño, antipático, antisocial y poco amigo de la familia, el tópico del autor encerrado en su torre de marfil. Aunque, eso sí, el escritor padeció depresiones nerviosas toda su vida, y una fuerte debilidad física, además de poseer una profunda hipersensibilidad que le llevó a entrar y salir del hospital varias veces, en muchos casos por la nostalgia que tenía de su país y su familia.
Queda el poeta, el autor más influyente de la lírica española moderna. Y puede que el más prolífico. Se vive ahora un florecimiento editorial de la obra del poeta de Moguer con la reedición regular de sus obras, y además se sigue estudiando el increíble legado de 130.000 papeles, disperso en dos continentes y cientos de carpetas. A finales de año habrán aparecido dos poemarios inéditos, una biografía en imágenes, dos volúmenes de correspondencia, la primera reedición en ocho décadas de sus "cuadernos" y la versión definitiva de su libro sobre la Guerra Civil, titulado "España en guerra".
Frente a los que le acusaban de dar la espalda a los problemas del mundo, sobre todo en la guerra, Juan Ramón quiso demostrar que nunca se desentendió. Abandonó España en 1936, con 55 años y una maleta. Siempre rechazó los intentos de las autoridades franquistas de capitalizar su figura, oferta de sillón en la Academia incluida, y no dejó un minuto de pensar en España, pero, republicano convencido, ni por un momento pensó en volver.
"Económicamente, la guerra nos ha dejado (desvalijados)... como a casi todo el que ha tenido vergüenza", escribió su esposa Zenobia Camprubí. El apoyo de Juan Ramón Jiménez a la República fue más allá de los manifiestos que firmó. Él y Zenobia, por ejemplo, recogieron a 12 niños abandonados. "España en guerra" fue uno de sus muchos proyectos finales. En él se recogen textos propios y recortes de prensa a los que añadía unos particulares pies de foto: "Los defensores de la 'Civilización cristiana occidental'. Chulería y taberna. La chulapona y los bajos. Coro", escribe bajo una foto de Franco y sus generales.
"Económicamente, la guerra nos ha dejado (desvalijados)... como a casi todo el que ha tenido vergüenza", escribió su esposa Zenobia Camprubí. El apoyo de Juan Ramón Jiménez a la República fue más allá de los manifiestos que firmó. Él y Zenobia, por ejemplo, recogieron a 12 niños abandonados. "España en guerra" fue uno de sus muchos proyectos finales. En él se recogen textos propios y recortes de prensa a los que añadía unos particulares pies de foto: "Los defensores de la 'Civilización cristiana occidental'. Chulería y taberna. La chulapona y los bajos. Coro", escribe bajo una foto de Franco y sus generales.
Más adelante, también se publicará "Monumento de amor", el volumen que el escritor quería dedicar a Zenobia: "Ese libro desmontará el tópico del Juan Ramón maltratador de Zenobia. De haber sido así, ella, que tenía una educación liberal moderna y pensamiento propio, lo habría abandonado", sostiene Carmen Hernández-Pinzón, sobrina-nieta del poeta y representante de sus herederos. "Claro que él sufría depresiones y que en 40 años de matrimonio hubo luces y sombras, pero vivieron el uno para el otro".
Aire sensual de bandolín
Muslo gris en seda rosa,
seda malva en muslo gris...
¡Oh, blancura de tu carne
bajo el verde del jardín!
Cielo azul en árbol verde,
árbol rosa en cielo azul...
¡Oh, moiré dulce del cielo
en tu vaga juventud!
Árbol verde, cielo dulce,
carne gris y seda y sol...
¡Oh, divina primavera
en mi triste corazón!
(Poema inédito De "Arte menor")
Aire sensual de bandolín
Muslo gris en seda rosa,
seda malva en muslo gris...
¡Oh, blancura de tu carne
bajo el verde del jardín!
Cielo azul en árbol verde,
árbol rosa en cielo azul...
¡Oh, moiré dulce del cielo
en tu vaga juventud!
Árbol verde, cielo dulce,
carne gris y seda y sol...
¡Oh, divina primavera
en mi triste corazón!
(Poema inédito De "Arte menor")
Escuchar (del disco "Raíces y Alas" con poemas de Juan Ramón Jiménez): Carmen Linares, Álamo blanco
Retrato de Juan Ramón pintado por Joaquín Sorolla
Fuente: El País