Los gatos arrastran fama de bordes, ariscos, despegados y traicioneros.
En la Edad Media, comenzaron la persecuciones contra el gato originadas por la ignorancia y por absurdas supersticiones que relacionaban al animal con determinados ritos diabólicos. El tener un gato bastaba para acusar a una persona de brujería y la acusación era segura si el animal era de color negro. En los siglos siguientes todos los herejes que fueron surgiendo, tenían "malignas relaciones con los gatos", incluso los templarios. Esta masacre injustificada de los gatos se pagó cara, con la proliferación de las ratas, que favorecieron la difusión de la peste...
Hay gente que cree que los gatos negros traen mala suerte, y que no hay nada más terrible que ese gato negro que se te cruza en el camino, y más si va de derecha a izquierda.
Depende de las culturas: para los egipcios eran animales sagrados, en la Inglaterra victoriana se consideraba que si un gato negro se paseaba por delante de unos novios a punto de casarse representaba felicidad y fecundidad para los contrayentes, y los marineros consideraban que traía buena suerte tener un gato negro a bordo, aunque no se podía pronunciar la palabra "gato", pues hacerlo acarrearía grandes desgracias. Igualmente, las mujeres de los marineros solían tener un gato negro en casa para asegurarse que sus maridos volverían sanos y salvos.
Lucifer en "La Cenicienta" (1950)
Sy y Am en "La dama y el vagamundo" (1955)
Escuchar: Enrique y Ana, Quería un gato negro
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