sábado, 22 de noviembre de 2008

Magritte, un pintor para pensar

Magritte, 1946"Para mí un cuadro es una ventana que mira hacia algo externo; la cuestión es: ¿hacia qué?"(André Breton)

Ayer Google conmemoraba el 110 (¿por qué no han esperado al 111?) aniversario del nacimiento del pintor belga René Magritte, una de las figuras principales del movimiento surrealista. Las imágenes recurrentes de su obra figuran, sin duda, entre las más características de todo el arte moderno: los hombres con bombín, las rocas suspendidas en el aire, o las figuras con la cabeza cubierta por una tela (ecos del suicidio materno, evocan la imagen delLos amantes, 1928 cadáver de su madre, rescatado del río con la camisa cubriéndole el rostro) aparecen en varios de sus cuadros.

El cuadro que abre el post no es precisamente una de sus obras más conocidas (no estoy segura, pero creo que forma parte de una colección privada). Magritte tuvo un paréntesis impresionista (al que seguramente pertenece este gato suicida) influenciado por Renoir, antes de volver al estilo mágico y realista por el que es conocido, que consiste en una extraordinaria yuxtaposición de objetos comunes en contextos poco corrientes, dando así un significado nuevo a las cosas familiares.

El propio Magritte contó en alguna ocasión cómo durante un verano de su infancia solía jugar con una niña en un cementerio cuyas criptas sombrías exploraban juntos. A la salida, la imagen de un pintor en la vecina alameda le sugería vagamente la idea de la pintura como un elemento mágico, cargado de poder de revelación.

La traición de las imágenes, 1928-29Diestro y meticuloso en su técnica, es especialmente lúcido al investigar el problema de la representación y la esencia del arte. En muchas de sus obras insistió en las dificultades que presenta el conocimiento o el arte entendido como representación y las ambiguas relaciones entre palabras, imágenes y los objetos que éstas denotan. Ejemplo de ellos es uno de sus cuadros más famosos, "La traición de las imágenes (Esto no es una pipa)", donde Magritte cuestiona la relación entre las imágenes y las cosas basada en la semejanza representativa.

El maestro de escuela, 1954 "Magritte estaba fascinado por la seducción de las imágenes. Por lo general, se puede ver una imagen de algo y creer en ella, ser seducido por ella; se toma su honestidad por sentado. Pero Magritte sabía que las representaciones de cosas pueden mentir. Estas imágenes de los hombres no son los hombres, sólo las imágenes de ellos, por lo que no tienen que seguir todas las normas. (...) Estas pinturas nos hace conscientes de la falsedad de la representación." (Jacques Meuris).

Para acabar, una de sus inquietantes y recurrentes imágenes: en este retrato que hace Magritte del maestro de escuela no se sabe bien si es un autorretrato, un verdugo, un asesino en serie, un empleado de banca, o un alienígena... Lo que está claro es que no parece que tenga buenas intenciones tras ese disfraz de "normalidad"...

1 comentario:

Trini dijo...

Hola! Cómo estás? Me gustó mucho tu artículo, me encanta Magritte y me enteré de varias cosas que no sabía. Saludos.