miércoles, 15 de febrero de 2012
Degenerado
El pintor alemán Otto Dix ((1891-1969), vivió los principales acontecimientos que marcaron el siglo XX: la República de Weimar, el nacionalsocialismo y las dos guerras mundiales, el horror de las cuales marcó profundamente la obra de este artista a quienes los nazis tildaron de degenerado, y no por sus retratos de prostitutas, sino por sus pinturas sobre la guerra.
«(…) Cuando estabas en primerísima línea, el miedo desaparecía. En fin, todo esto son acontecimientos que yo necesitaba vivir a toda costa. También tenía que vivir cómo de repente uno cae a mi lado y... se acabó: la bala le ha acertado de lleno. Todo esto tenía que vivirlo con suma exactitud. Lo deseaba. Así que no soy un pacifista. O quizá fui una persona curiosa. Necesitaba presenciarlo todo con mis propios ojos. Y es que soy unrealista, sabe usted, que necesita verlo todo con sus propios ojos para constatar que es así... De modo que soy un realista. Tengo que verlo todo. Tengo que presenciar en persona todos los abismos insondables de la vida. Por eso voy a la guerra.»
«... Pero, hombre, ¿por qué pintas eso? Nadie quiere colgarlo. Nadie quiere verlo. Sí, qué sentido tiene en realidad todo eso. Pero tu vas y lo pintas. Las malditas putas y las malditas beldades ajadas y todas esas tristezas de la vida. Quién diablos va a disfrutar con eso. A nadie le gusta. No hay galería que quiera exhibirlo. Para qué lo pintas... Bueno, tengo que decirlo: Prefiero seguir a mi voz interior, que me lleva a alguna parte sin que me diga qué sentido tiene (...) Sí, desde luego que no lo pinto para ésos. Ni para ésos ni para aquéllos. Lo siento. Y es que soy un proletario de pro, no es verdad, que digo: “¡Eso lo hago! Y podéis decir lo que se os antoje.” Para qué es bueno eso, ni yo mismo lo sé. Pero lo hago.»
«Porque en el cuadro lo importante no son los objetos, sino la manifestación personal del artista sobre los objetos. Es decir, no el qué, sino el cómo. La discusión no ruidosa, sino callada. Lo primero que el artista exige al observador es discreción, pues lo explicable en la obra de arte es escaso, su esencia no es explicable, sino únicamente contemplable.»
«No, los artistas no deben mejorar ni hacer apostolado. Son demasiado escasos. Sólo tienen que dar testimonio. La gracia está fuera del poder de disposición humano, pero lo que importa es la gracia.»
«Todo buen retrato se basa en la contemplación. La esencia de cada persona se manifiesta en su apariencia; el exterior es la expresión del interior, es decir, exterior e interior son idénticos. Esto llega al punto de que hasta los pliegues de sus ropas, la postura de una persona, sus manos, sus orejas informan en el acto al pintor sobre el espíritu de su modelo; éstas últimas a menudo más que los ojos y la boca.»
«La gente se imagina siempre que el retratista es un gran psicólogo y fisiognomista, capaz de leer en el acto en cada rostro las virtudes y vicios más ocultos para luego trasladarlos al cuadro. Esto es pura literatura pues el pintor no valora, mira. Mi lema es: “Confía en tus ojos.”»
Fuente: Fundación Juan March
Etiquetas:
Bellas artes,
Otto Dix
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