martes, 9 de febrero de 2010

Ese viejo indecente

Al amor del calor en un bar
La vida de este tipo pesimista, gruñón y borracho no fue un cuento de hadas: sabía muy bien lo que era un banco en el parque y el sonido de los dedos de un casero golpeando a su puerta. Reconoció su vocación temprano en la vida, pero a punto estuvo de ser otro vagamundo más en California.

«La fe está bien para los que la tienen. Mientras no me la tiren por la cabeza. Tengo más fe en mi fontanero que en el ser eterno. Los fontaneros hacen un buen trabajo. Dejan que la mierda fluya».

Charles Bukowski (alias Henry Hank Chinaski) nació en 1920 un pequeño pueblo de Alemania y desde los tres años vivió en Los Ángeles. De niño, su vida estuvo marcada por la miseria personal y económica.

«Dale algo al género humano y lo rasparán y lo arañarán y lo machacarán».
Tuvo constantes enfrentamientos con su padre, un alcohólico que lo golpeaba constantemente, y desavenencias con su madre, quienes fueron protagonistas de episodios de violencia doméstica gracias a la depresión económica y el rechazo hacia los alemanes durante la segunda Guerra Mundial.

«La diferencia entre una democracia y una dictadura consiste en que en la Francis Bacon, Autorretratodemocracia puedes votar antes de obedecer las órdenes».

A los 16 años sufrió una enfermedad en la piel que le dejó unas impresionantes cicatrices en la cara y la espalda, lo que lo convirtió en un adolescente aislado que buscó refugio en la lectura.

«Siempre esperaba que la bibliotecaria me dijera: "Que buen gusto tiene usted, joven." Pero la vieja puta ni siquiera sabía quién era ella, cómo iba a saber quién era yo».

Después de pasar unos meses en la universidad descubrió que lo suyo era la bebida y las apuestas. Durante largo tiempo vivió del dinero que ganaba en el hipódromo y, cuando tenía mala suerte, dormía en los parques. Lo único que le importaba en ese momento de su vida era beber.

«Ese es el problema con la bebida: si ocurre algo malo, bebes para olvidar, si ocurre algo bueno, bebes para celebrarlo, y si no pasa nada, bebes para que pase algo».

A los 25 años comenzó a escribir relatos cortos que enviaba a revistas literarias, pero los editores ignoraban sus textos, un poco aterrados por la crudeza de los cuentos. Él entendió estos rechazos como una falta de talento y se dedicó a buscar trabajos temporales como portero y Una sed insaciablecartero. Por las noches se iba a emborrachar a los peores bares de Los Ángeles y por lo general terminaba envuelto en peleas. Pasó varias noches en la cárcel y trató de suicidarse tres veces.

«Eso era todo lo que un hombre necesitaba: esperanza. Era la falta de esperanza lo que hundía a un hombre».

En 1942 se fue a vivir con Jane Cooney Baker, una prostituta que conoció en un bar. Durante una década se dedicaron a vagar por la ciudad y a tomar cantidades enormes de alcohol. Pero esta primera historia de amor no tuvo un final feliz: ella murió intoxicada y él, con sólo 35 años, estuvo a punto de morir a causa de una úlcera.

«¿Qué es el amor? El amor es una niebla que quema con la primera luz del día de la realidad».

Después de la muerte de Jane, se quedó solo y se dedicó a escribir sobre todo lo que odiaba del mundo, todo lo que lo obsesionaba, actividad que ocuparía la mayoría de su tiempo en los siguientes 40 años. Aquella historia tuvo su relato cinematográfico en irregular película Barfly, con guión del mismo Bukowski.

«Es increíble lo que un hombre tiene que llegar a hacer sólo para poder comer, dormir y vestirse».

Sus primeros textos eran una mezcla de poesía y relato breve que siempre sucedían en el bajo mundo y giraban en torno a los mismos seres oscuros: prostitutas, borrachos, jugadores Bukowski, Mickey y Fayeempedernidos y delincuentes. Bukowski describió con detalle lo más decadente de la sociedad estadounidense y fue uno de los primeros que se atrevió a hacer literatura a partir del mundo underground: sus personajes eran los hombres y las mujeres que no estaban invitados a formar parte del "sueño americano".

«Me gustan los hombres desesperados, hombres con los dientes rotos y los destinos rotos. También me gustan las mujeres viles, con las medias caídas y arrugadas y con maquillaje barato. Me gustan más los pervertidos que los santos. Me encuentro bien entre los marginados porque soy un marginado. No me gustan las leyes, ni morales, religiones o reglas. No me gusta ser modelado por la sociedad».

En 1960, publicó su primer libro de poemas, Flower, Fist and Bestial Wail, que lo convirtió de inmediato en una voz importante de la escena de la poesía underground. Bukowski empezó a convertirse en mito, pero a él sólo le importaba beber. A pesar de la fama, nunca cambió su estilo de vida. Cuando lo invitaban a recitales llegaba borracho e insultaba al público, y cuando daba entrevistas se burlaba del periodista. Siempre evitó los ambientes literarios y académicos y se escondía en los bares y en habitaciones de moteles. Pero su comportamiento sólo servía para aumentar su fama.

«El alcohol es una de las mejores cosas que han llegado a esta tierra, además de mí. Siempre escribo intoxicado. No creo que haya escrito nunca un poema completamente sobrio».

Durante las décadas de los 60 y los 70 publicó libros tan exitosos como Escritos de un viejo Francis Baconindecente (1969), Cartero (1970), Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones (1972), La máquina de follar (1972), Factótum (1975) y Shakespeare nunca lo hizo (1979), libros que no se pueden clasificar bajo ningún género preciso. Bukowski sólo escribía sobre las cosas que conocía, sin ninguna pretensión de hacer "gran literatura". Según él, porque encontraba toda la literatura pálida y sin vida. De hecho, sus textos no se parecen a nada de lo que se publicaba en ese momento. Algunos tratan de ver similitudes con los poetas de la generación Beat (Jack Kerouac, Allen Ginsberg y William Burroughs, entre otros), pero, aparte de algunas pocas coincidencias, Bukowski nunca quiso pertenecer a ese grupo: «Me parece que no se arriesgan demasiado, se están conteniendo demasiado, no afrontan la realidad».

«El intelectual es un hombre que dice una cosa simple de un modo complicado, un artista es un hombre que dice una cosa complicada de un modo simple».

En los 80 publicó mucho menos, sin embargo quedan grandes obras como La senda del perdedor (1982), Música de cañerías (1987) e Hijo de Satanás (1990), al tiempo que empezaron a aparecer miles de imitadores: escritores mediocres que querían hacer carrera insultando a todo Por una vez, con gato y sin botellael mundo y escribiendo sobre su sexualidad y sus peleas.

«¿Beber no es una enfermedad? Respirar es una enfermedad. ¿No le parecen repugnantes los borrachos? Sí, la mayoría lo son. Al igual que la mayoría de los abstemios».Mucha de su obra se perdió en el tiempo. No hay manera de saber cuánto de ella envió a editores que jamás le darían respuesta ni le devolverían sus escritos. Los americanos no entenderían su escritura hasta mucho después de ser adorado en Europa, donde se convirtió en un autor de culto.

«Soy un raro. No puedo soportar al ser humano en su estado actual, he de ser engañado. Los psiquiatras deben tener un término para designar eso, yo también lo tengo para los psiquiatras».

¿Qué otra cosa -se pregunta Bukowski en su obra- hacemos los habitantes de este sanguinario planeta que jugar a matar el tiempo, mientras el tiempo hace exactamente lo propio, resultando además y siempre el único triunfador?

«Juegos de niños. Eso es todo lo que hace la gente, juegos de niños. Van del coño a la tumba sin que les roce siquiera el horror de la vida».

En sus narraciones truculentas y en su frenética poesía, Bukowski hace el retrato veraz de nuestra existencia: siempre se pierde, sin importar las ganancias económicas o la fama o los logros y el éxito. Al final del camino sólo nos espera un cadáver trasquilado por la dureza del Francis Bacon, Dos figurascamino, una tumba abierta para engordar lo único que es ciertamente nuestro, nuestros gusanos, y la odiosa presencia de los parientes que nunca nos quisieron y los amigos que nos envidiaron.

«Si quieres saber quienes son tus amigos, haz que te metan en la cárcel».

Bukowski analiza a fondo la materia sucia de la vida, sin teorizar ni filosofar, sin la necesidad de la agresión del pensamiento. Y revela la vida como un mal viaje, un mal experimentado por los humanos idiotizados ante el paso enajenante de la rutina y de sus demonios disfrazados de progreso, moral y superación. Nuestro paso por la tierra -dice- es una cruenta comedia de errores que se alimenta con la llegada de millones de nuevos seres a la tierra que luego se convertirán en los Reyes Machos y las Reinas Hembras de una nauseabunda civilización sometida por los coños y los jefes, los falos y los culos que apenas satisfacen el poder de los que sólo ambicionan poder. Y el único que será eterno y feliz es el dinero, el dios de este mundo.

«Quizás lo encontremos al morir. Quizás no. Tenéis vuestros libros de filosofía, vuestros sacerdotes, vuestro predicador, vuestro científico, así que no me lo preguntéis a mí».

Humor negroLa poesía de Bukowski, al que le gustaba vanagloriarse de haber escrito su primer poema con 35 años, está marcada por un realismo descarnado y lírico a un tiempo, explícito, tierno en ocasiones y brutal en otras, abundante en datos autobiográficos, personalísimo y pleno de humor ácido y desencantado. Como sus narraciones, sus poemas son vitales y vitalistas, pero también muy mortales, y están llenos de drogas, alcohol y sexo. Nunca abandonó su producción en verso que, con los años, se fue haciendo más directa, más sobria, como en El amor es un perro del infierno (1974) o La última noche de la tierra (1992).

«¿Por qué no te buscas un trabajo decente? No hay ningún trabajo decente. Si un escritor abandona la creación, está muerto. ¡Oh, vamos, Carl! Hay millones de personas en el mundo que no trabajan en la creación. ¿Quieres decir que están Don't trymuertas? Sí.».

Murió en 1994, a los 74 años, una edad sorprendente para alguien que llevó semejante estilo de vida.

Fuentes: Umberto Cobo, Wikiquote

Escuchar: Tom Waits, Downtown train

Pinturas: Francis Bacon

Poemas de Bukowski en este blog:
Acto creativo
El corazón que ríe
A solas con todo el mundo

4 comentarios:

Cuarzo dijo...

Los borrachos y los niños nunca mienten o mejor dicho, como diria el:
Cuando el
Espíritu
Se desvanece
Aparece
La
Forma.
Te lo has currao un monton, muy bueno. un beso guapa.

Cati dijo...

Es cierto. Yo prefiero al Bukowski poeta que al narrador, aunque como tal tampoco tiene desperdicio. Besos.

nade dijo...

Adoro a Bukowski, pocas personas tienen la suficiente penetración para ver lo más crudo de la realidad y cojones para contarla. Te has marcado una muy buena biografía.

Cati dijo...

Así es, Nade, y más difícil todavía estando todo el día borracho, jeje, yo también adoro al viejo. Gracias.