miércoles, 9 de marzo de 2011
El gato loco
Lo he calumniado. Le he llamado el gato loco; he dicho que necesitaba un psiquiatra. Me he burlado de él torpemente.
En cuanto empieza a oscurecer, mientras la gata se acomoda en los sillones de la sala, el gato bizco comienza su ronda nocturna: da doce o quince vueltas alrededor, dentro de mi cuarto, pegado a las paredes, debajo de la cama, detrás del buró, con un itinerario fijo e insistente; luego sale al patio y se pasa toda la noche, pero toda la noche, dando vueltas y vueltas, maullando quedamente, lastimeramente, a un ritmo preciso, como buscando algo, alguien, tenazmente. El paso es veloz, su actitud alerta, inquisitiva.
A las siete de la mañana, más o menos, se viene a dormir. Y así todos los días. Me preguntaba si se sentía prisionero, angustiado o qué. Hoy me he dado cuenta que es sólo un oficio: él patrulla la casa contra fantasmas, malas vibraciones y extraterrestres.
De aquí en adelante le llamaré el patrullero de la noche, el vigilante del amanecer.
Jaime Sabines
Ilustración: Nancy Wolff
Etiquetas:
Jaime Sabines,
Literatura,
Nancy Wolff,
Puro Gato
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
¡Bravo!, ¡aplausos!
Gracias.
Aplausos para Jaime, claro que sí, besitos.
Publicar un comentario