jueves, 21 de junio de 2012

El pintor de los desnudos carnales

 
Lucian Freud pintaba a las personas exactamente igual que a los animales, porque lo que le interesaba era traspasar la fachada protectora de la carne, hasta encontrar lo auténtico. De alguna manera, Lucian Freud continúa la tradición inaugurada por Sigmund Freud, su abuelo, de descubrir en las personas lo que está más allá de lo visible.

«No es importante —dijo— copiar apropiadamente al modelo. La pintura es todo lo que se siente sobre ella, todo lo que se piensa sobre ella, todo lo que se pone en ella cuando se la pinta.» 

Decía que las emociones son inútiles si no pasan por el filtro del escrutinio que busca la veracidad de la carne. Por eso, los personajes representados aparecen bajo una fuerte luz, y con una carnalidad muy perceptible, y altamente turbadora, en el caso de los desnudos.


Especializado en retratos, éstos son, la mayor parte de las veces, de la gente que conocía: amigos (fue gran amigo de Francis Bacon), mujeres, su madre, hijos, nietos, perros, él mismo... Lucian Freud decía que en sus retratos contaba todo lo que sentía y pensaba del modelo. Según él, las verdaderas obras de arte tienen el poder de implicarnos. Por eso, decía, pinto lo que "es" no lo que "veo".











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