Los vecinos de un edificio de la Plaza de Vigo en Santiago de Compostela, han visto cómo su edificio se ha convertido en un auténtico palomar. Las aves les despiertan a las seis de la mañana y llenan de excrementos la calle, las ventanas y la fachada.
"El problema es tan grave y llevamos tanto tiempo con él que en Santiago ya nos conocen como El Palomar". Los vecinos llevan desde el año 2001 pidiendo soluciones, lo han probado todo: "Les hemos puesto papel de aluminio, tiras reflectantes, y otros inventos, pero ninguno ha dado resultado".
"El problema es tan grave y llevamos tanto tiempo con él que en Santiago ya nos conocen como El Palomar". Los vecinos llevan desde el año 2001 pidiendo soluciones, lo han probado todo: "Les hemos puesto papel de aluminio, tiras reflectantes, y otros inventos, pero ninguno ha dado resultado".
Hasta ahora, que una vecina, Magdalena Ubeira, encontró hace unas semanas una solución: "Vi en la puerta un folleto publicitario con una fotografía de un gato, y se me ocurrió hacerle fotocopias y pegarlas en la ventana". Esta fórmula dio resultado, y la idea se fue difundiendo entre los demás residentes. Así, hoy, se puede ver que varias ventanas del segundo y quinto piso tienen este dibujo.
Lo malo es que alguna paloma ya se ha dado cuenta de que el gato no se mueve, y le empiezan a perder miedo. "El de las fotocopias no es una solución", dice el presidente de la comunidad de vecinos, Jesús Manuel Camba. "El Ayuntamiento debería prohibir que le den de comer a las palomas, y hacer algo para ahuyentarlas", señala el presidente. Y es que, como dicen los vecinos, "en el edificio hay una mujer que les da comida y, aparte, desde hace tiempo otras personas que viven en otras zonas tienen por costumbre venir con una bolsa de pan y echarles de comer en la plaza".
Lo malo es que alguna paloma ya se ha dado cuenta de que el gato no se mueve, y le empiezan a perder miedo. "El de las fotocopias no es una solución", dice el presidente de la comunidad de vecinos, Jesús Manuel Camba. "El Ayuntamiento debería prohibir que le den de comer a las palomas, y hacer algo para ahuyentarlas", señala el presidente. Y es que, como dicen los vecinos, "en el edificio hay una mujer que les da comida y, aparte, desde hace tiempo otras personas que viven en otras zonas tienen por costumbre venir con una bolsa de pan y echarles de comer en la plaza".
Una solución que se me ocurre podría ser adoptar unos cuantos gatos callejeros que se paseen por las cornisas: seguro que en poco tiempo no queda ni una.
Fuente: El Correo Gallego
Escuchar: Pablo Abraira, Gavilán o paloma