martes, 22 de mayo de 2012

En record de la Lluna

 
«Isabel, que adoraba a Adriano como Naoko veneraba a Soseki, me dice que te oyó llorar por la muerte de Soseki. Lágrimas de hombre por su gato querido. Lágrimas ante la muerte. La gente no comprende que tú llores por Soseki como yo lloré, ¿pasa algo?, por Adriano. Al que sigo recordando. Como tú nunca te olvidarás de tu atigrado Soseki. Hago mío, Fernando, porque yo lo he sentido, ese sentimiento de abandono que experimentarás cuando los que no tienen esta sensibilidad ni adoran a nuestros gatos (que nunca olvidan que fueron dioses en el antiguo Egipto), te digan al verte llorar:

—¿Pero por un gato vas a llorar? Si era nada más que un gato.

Ni más ni menos que un gato. Nada menos que todo un gato. En cuya panza fría, en cuyos ojos de vidrio, ay, cabe toda la muerte. Soseki te ha demostrado lo que a mí me enseñó Adriano: que todas las muertes son la muerte. Que se comprende mejor el sentimiento humano al sufrir por la muerte de un gato. En tu emocionante obituario de Soseki, te has preguntado: «¿Se puede querer a un animal como a un hijo, como a una madre, como a un padre, como a un amigo?» Y te has respondido: «Se puede. Doy fe.» Claro que se puede. Y se debe, para pagarles parte de cuanto nos dan estas peludas fábricas de ternura. Más leales de cuanto la gente piensa, en la mala prensa de diabólicos que tienen desde la oscura Edad Media. Más fieles y auténticos que muchos hombres. Libres. Tú y yo amamos a los gatos, Fernando, porque ese gato que se nos pone a ronronear de placidez sobre la mesa del escritorio cuando estamos tecleando nuestros jornales nos está dictando la letra y la música de la canción de la libertad que amamos.» 



2 comentarios:

Gema dijo...

Es un hermoso artículo y homenaje a un compañero de viaje en esta vida como puede ser una mascota también, y es que son estoy de acuerdo con el artículo más leales que algunas personas a las que podrían enseñar grandes lecciones de amor, ternura, y lealtad, por supuesto que se les puede querer como a un familiar, puesto que pasan a ser parte de la familia, que nos acompañan tb. en momentos tristes, nos dan cariño incondicional y nos hacen reír, y aunque tengamos el día torcido y no seamos justos con ellos no son rencorosos, admiro esa capacidad de perdonar y dar cariño que tienen, por ello quien no sabe quererlos es porque no hace por conocerlos, y su sensibilidad está a otro nivel jejej

Cati dijo...

Lluna era la gata de una amiga mía y murió el viernes pasado. Estoy totalmente de acuerdo contigo, claro. Gracias y un abrazo.