viernes, 17 de diciembre de 2010

El diario de un gato asesino: el pájaro


1. Lunes

Esta bien, está bien. Cuélguenme. Maté al pájaro. Por todos los cielos, soy un gato. Mi trabajo, prácticamente, es andar sigiloso por el jardín tras los dulces pajaritos de antojo que apenas pueden volar de un seto a otro.

Entonces, ¿qué se supone que debo hacer cuando una de esas pelotitas emplumadas revoloteantes casi se arroja a mi boca? O sea, de hecho aterrizó en mis garras. Me pudo haber golpeado.

Está bien, está bien. Le di un zarpazo. ¿Es ésa una razón para que Eli llorara tan copiosamente sobre mi pelambre que casi me ahoga, y me apretara tan fuerte que casi me asfixia?

— ¡Ay, Tufy! —dijo ella, toda sollozos, ojos enrojecidos y montones de pañuelos mojados—. ¡Ay, Tufy!, ¿cómo pudiste hacer eso?

¿Cómo pude hacer eso? Soy un gato. Cómo iba a saber que se haría tanto lío: la madre de Eli corriendo apurada por periódicos viejos, y el padre de Eli llenando una cubeta con agua jabonosa. Bueno, bueno. Tal vez no debí arrastrarlo adentro y dejarlo en la alfombra. Y es probable que las manchas no se quiten nunca.

Así que: cuélguenme.

2. Martes

Disfrute bastante el pequeño funeral. No creo que ellos quisieran que viniera, pero, después de todo, el jardín es tan mío como suyo. De hecho, yo paso mucho más tiempo en él. Soy el único miembro de la familia que lo usa apropiadamente. Y ni siquiera me lo agradecen, deberían oírlos:

“El gato está arruinando mis macizos de flores. Casi no quedan petunias.”

“Acababa de plantar las lobelias cuando ya se había tumbado encima de ellas, aplastándolas todas.”

“Cómo me gustaría que no escarbara hoyos en las anémonas.”

Quejas, quejas, y más quejas. No sé por qué se toman la molestia de tener un gato si todo lo que hacen es lamentarse.

Todos menos Eli. Ella estaba muy ocupada encargándose del pájaro. Lo puso en una caja que envolvió con tela de algodón; cayó un pequeño agujero, y luego todos nos paramos alrededor mientras ella decía unas cuantas palabras, deseando al pájaro suerte en el Cielo.

—Vete de aquí —me siseó el padre de Eli. (Siempre me ha parecido un poco rudo ese hombre).

Pero yo sólo meneé la cola. Le clavé la mirada. ¿Quién se cree que es? Si yo quiero observar el funeral de un pajarito, lo observo. Después de todo yo conocí al pájaro durante más tiempo que cualquiera de ellos. Lo conocí cuando estaba vivo.

Continuará...

Autora: Anne Fine

1 comentario:

Cuarzo dijo...

Bonita historia y un mensaje muy claro que deberian de tener en cuenta mucha gente al adquirir un gato, ellos son felinos y el instinto de caza no lo pierden apesar de ser animales domesticos.

Besos