miércoles, 1 de julio de 2009

Ponte las botas

´¡Os haré picadillo!

Érase una vez...

Creo que todo el mundo conoce los cuentos infantiles tradicionales. Los mismos que hemos escuchado de pequeños y que a su vez seguimos contando a nuestros hijos.

Pero la mayoría de estos cuentos no son dulces ni ingenuos: escenas de canibalismo, personajes exiliados lejos de su familia, abandono de los padres e incluso maltrato y asesinato.

Inevitablemente, esto nos lleva a pensar si los cuentos de toda la vida son educativos o demasiado crueles para los pequeños.

Los cuentos tradicionales, que no son exclusivos del ámbito europeo y cuyo origen en ocasiones se remonta a épocas anteriores a la aparición de la escritura, han sido (y siguen siendo) vehículo de transmisión de conocimiento y modelos de conducta.

Con el paso del tiempo y en la medida en que algunas corrientes pedagógicas pusieron en duda su valor educativo, estos relatos se han ido dulcificando. Pero la eliminación de los elementos más crueles y sangrientos y las variaciones llevadas a cabo a lo largo de los siglos por los diferentes autores (Charles Perrault en el siglo XVII y los hermanos Grimm en el XIX, son los más conocidos), no han logrado reducir el fuerte contenido simbólico de estos relatos.

Hay quien cree que la infancia es una etapa de la vida en la que debemos proporcionarles a los niños un mundo fantástico, dulcificado, seguro e inocente en el que la crueldad no tenga cabida. Total, para dificultades ya tendrán de sobra cuando crezcan.

Del otro lado, algunos expertos como Bruno Bettelheim no ven mal las historias algo crueles que entrañan los cuentos para niños. Afirma en la introducción a su célebre "Psicoanálisis de los cuentos de hadas", que este tipo de narraciones transmiten a los niños que "la lucha contra las serias dificultades de la vida es inevitable, es parte intrínseca de la existencia humana".

Muchos de los cuentos más populares giran en torno a la necesidad que tienen los héroes y heroínas protagonistas de superar una serie de obstáculos que les permitirán alcanzar la madurez vital. A través de los cuentos se les enseña a los niños que la vida tiene sus dificultades, y que deberán superar una serie de obstáculos para desenvolverse mejor ante los avatares de la vida.

Expulsados del hogar familiar -territorio de la seguridad y la inocencia-, los personajes son obligados a enfrentarse a sus problemas con valentía. En el camino se hallarán con madrastras malvadas, brujas, ogros y lobos feroces con los que tendrán que lidiar gracias a su recién descubierta astucia. El espacio donde se encontrarán a sí mismos es ese bosque en el que, junto a peligros desconocidos, habitan criaturas animales que les ayudarán en su cometido; la naturaleza les ofrecerá un conocimiento intuitivo en el que apoyarse.

Soy el sirviente del Marqués de Carabás En ese proceso obligado de transformación hacia la madurez, el niño conocerá a través de los cuentos, los aspectos más duros de la vida. Gracias a unas historias en las que abundan los asesinatos y abandonos, los niños se darán cuenta, de manera inconsciente, y siempre dentro de un ámbito de seguridad en el que los buenos vencen y los malos son castigados, de que la vida es más dura de lo que imaginan.

"El gato con botas" es un cuento popular europeo, recopilado en 1697 por Charles Perrault en su "Cuentos de mamá ganso" (Contes de ma mère l'Oye) con el título "El gato maestro" y anteriormente, en 1634, por Giambattista Basile con el título de "Cagliuso". Seguro que conoces o te suena el argumento:

En el reparto de la herencia de un sencillo molinero, a su hijo pequeño sólo le tocó el gato. Decepcionado, el muchacho consideró comérselo para no morir de hambre, pero el gato resultó estar lleno de recursos, y le dijo: «No debéis afligiros, mi señor, no tenéis más que proporcionarme una bolsa y un par de botas para andar por entre los matorrales, y veréis que vuestra herencia no es tan pobre como pensáis.» El chico decidió seguirle la corriente y así fué como el inteligente gato puso en marcha un plan para cambiar la suerte del muchacho y de paso la suya: consiguió casar a su amo con la hija del rey, y convertirse él mismo en un gran señor.

Perrault era conocido ciertamente por sus tendencias moralistas, pero si realmente hay una lección que aprender en El gato con botas, es que parece ser que el engaño y la mentira dan beneficios más rápida y generosamente que el trabajo duro y el talento. ¿QuéY nunca más tuve que cazar ratones opinas?

Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado...

Leer cuento aquí: Ciudad Seva

Ilustraciones: Gustave Doré
Escuchar: Barón Rojo, Con las botas sucias

Fuentes: Wikipedia, Terra

4 comentarios:

Cuarzo dijo...

Bueno si el engaño y el embuste da resultados rapidos, pero al final yo creo que todo pasa factura y la mentira tiene las patas muy cortas.Yo prefiero dormir tranquilo y no creo que ciertos cuentos sean educativos para los niños.
Buen articulo, da que pensar...Un beso gatita.

Cuarzo dijo...

Por cierto la cancion muy buena me encantan los Baron. Gracias y besossssssssssssssss.

Cati dijo...

¡Te voy a hacer picadillo, miauuuuuuuuuuuuu!

Cati dijo...

¡Larga vida al heavy! Besos mil, heavy metal kid ^-^