miércoles, 15 de abril de 2009

Los autonautas de la cosmopista

El gran cronopio
Este mes se publica la correspondencia mantenida durante tres años por Julio Cortázar (Argentina, 1926-1984) y su segunda esposa, Carol Dunlop (Canadá, 1946-1982), con la traductora del escritor argentino al serbocroata, Silvia Monrós-Stojakovic.

En noviembre de 1982, Cortázar escribe a su amiga: "Silvia, recibo hoy tu postal de Túnez. Lo que tengo que decirte es horrible: Carol murió el 2 de este mes, después de dos meses en el hospital donde nada pudieron hacer para salvarla" (...) "Estoy en un pozo negro y sin fondo. Pero no pienses en mí, piensa en ella, luminosa y tan querida, y guárdala en tu corazón".

Ella tenía 30 años menos que él. Él estaba terriblemente enamorado, incapaz de salir adelante. "Silvia, no te escribiré más por hoy, me cuesta hacerlo, estoy tan solo y tan deshabitado", escribe en otra de sus cartas.

Desde la prematura muerte de su esposa, un Cortázar dolorido, consciente de su inminente final, triste por la muerte de su amor, con un ánimo "todo lo bien que se puede estar después de este año tan hueco y triste", le escribe a su amiga: "No tengo planes y sólo pienso en Amor más allá de la muerteterminar el libro que hicimos juntos Carol y yo, y que tengo que completar yo solo ahora. Se lo debo, quiero que salga, en este momento es mi única manera de seguir junto a ella, hablándole y escuchándola".

Ese libro fue "Los autonautas de la cosmopista". Esa locura tan divertida, que les llevó a parar en todos los parkings que se encontraran en la autopista del Sur que une Marsella con París. Un mes en recorrer 800 kilómetros, aproximadamente. "Nos divertimos como locos. Los locos que somos", le había escrito Carol a Silvia, a la que iba poniendo al corriente con cartas y postales del desarrollo de su aventura:

"Julio te manda cariños. Está escribiendo a máquina también, sentado atrás, y tiene la mesita que nos sirve cuando llueve, como es el caso ahora. Estoy yo muy bien instalada en el asiento de pasajero adelante y mi máquina está en el del conductor. Todo perfecto. Pero tememos que en uno de estos algún viajero bien intencionado nos mande un psiquiatra en el próximo peaje".
Dos autonautas: Carol y Julio
Así se escribió ‘‘Los autonautas de la cosmopista’’

¿Qué es ‘‘Los autonautas de la cosmopista’’?
En palabras de Carol Dunlop, “una linda locura”. Ella y Julio viajaron de París a Marsella en una camioneta Volkswagen y escribieron un libro sobre la experiencia. Cada día se detenían en el primer aparcamiento que encontraban “tomándoles el pelo a los antiguos exploradores, y gozando de la ironía de tomar el camino más rápido y más ‘civilisado’ para hacer un viaje realmente de tortugas”.

¿Por qué lanzarse a la carretera?
Carol
y Julio estaban enfermos. El médico del escritor se mostraba reacio a que dejara su domicilio en París, pero la experiencia de sus viajes a Guatemala había sido excepcional. “Hace años que no había visto a Julio tan bien”, escribe Carol Dunlop. En unas vacaciones en Marsella, fue ella quien tuvo que ser ingresada en el hospital. Tras su recuperación, la pareja invirtió seis días en llegar a París en automóvil para que Carol no se desgastara en esas condiciones. Fue en esos días cuando planearon hacer el camino contrario: por autopista, pero a la velocidad del caracol.

¿Cuánto duró la aventura?Del 23 de mayo al 26 de junio de 1982. La pareja tuvo que modificar su idea de detenerse cada día en cada La Combi de Julioaparcamiento de la autopista, ya que había 66 y disponían de poco más de un mes para su viaje. Finalmente, decidieron recorrer dos zonas de descanso por día. En diez días, habían recorrido 140 kilómetros. ¡A 14 kilómetros por día!

¿Qué sintieron durante el viaje?
“Lo más impresionante es tal vez que desde el segundo día, encontramos tan normal vivir así (...). Vamos descubriendo cada vez más la otra autopista, esa misteriosa y secreta vía paralela en donde al final es un poco ‘‘todos los parkings el parking”, escribe Carol Dunlop, siguiendo el estilo de Cortázar. La mujer de Cortázar –se habían casado un mes antes– no puede ocultar el entusiasmo de vivir como dos náufragos en el asfalto: “Estamos felices, locos, hemos por fin entrado en un espacio que nos da tiempo. Es todo escritura, música, lectura, erotismo”. También menciona a los amigos que se acercan para llevarles provisiones como si fueran dos expedicionarios en una peligrosa misión.

¿Cuándo terminó el viaje?
A finales de junio, Carol y Julio regresaban a París. Les esperaba un año lleno de planes laborales; entre otros, la publicación de “Los autonautas de la La Ositacosmopista”: “Julio me prometió que el 83 será un año sabático”, escribe Dunlop, que no llegó a vivirlo, ya que murió en noviembre de 1982. Julio murió de leucemia a los 69 años de edad, en 1984, en el Hospital Saint Lazare de París, después de diez días de cama, y dos años después del fallecimiento de su Osita.

Leer artículo completo aquí: Las cartas más tristes de Cortázar
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1 comentario:

cuarzo dijo...

Una aventura bonita, creo que dificil de realizar mas en los tiempos que corren ahora, creo que eran dos locos flipados muy enamorados en busca de esa libertad espiritual que todos deseamos y no tenemos el valor de reconocer y mucho menos de emprender, en fin una bonita aventura de amor, paz y libertad.
me gusto mucho gatita, un beso, tkm.