miércoles, 3 de septiembre de 2008

El juego de Mrs. Highsmith

Patricia Highsmith La imagen que tengo de Patricia Highsmith es la de una dama solitaria y huraña, amante de los gatos, el tabaco y el whisky, que prefería la compañía de los animales a la de las personas. Obsesionada por la mentira, la culpa, el crimen y la mentalidad de los criminales, dicen de ella que, a pesar de su rostro feroz, era tímida y dulce.

Escribió un puñado de libros deliciosamente incorrectos con los que rompió los esquemas convencionales de la novela policiaca. En sus obras el héroe siempre es el asesino, un asesino tocado por un leve halo de desamparo que lo hace infeliz y, por tanto, cercano y comprensible, mientras que las víctimas nunca resultan simpáticas.

Mrs. Highsmith juega con sus lectores como el gato con el ratón, con su humor perverso nos hace cómplices morales de ese juego en el que el placer no reside en castigar al culpable, sino en la identificación con el asesino, hasta el punto de desear el crimen perfecto.

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